AS (Galicia)

El Barça se instala

El Bayern aplasta a un equipo patético que vivió un ridículo doloroso ● Griezmann no salió de inicio ●

- SANTI GIMÉNEZ

Parecía difícil superar lo de Anfield y caer más bajo, pero parece que no hay reto que este equipo no pueda superar en negativo. Si en Anfield la debacle llegó después de un 3-0 y tras una primera parte más que digna, ante el Bayern la histórica hecatombe se cocinó desde el primer minuto. Tan desastre fue el partido que a la media hora, con 1-4 en el marcador, más de uno ya firmaba ese resultado porque el destrozo amenazaba con adquirir proporcion­es gigantesca­s. Al final, el 2-8 supone una humillació­n planetaria que va a hacer temblar al Camp Nou.

Las lecciones que pueden sacarse del meneo que sufrió el Barça son variadas, otra cosa es si servirán de algo, porque hasta ahora los avisos anteriores, que han sido clarísimos no han servido de nada. Es más, se han ignorado y Bartomeu y los suyos han seguido conduciend­o en sentido contrario.

La primera lectura es que las primeras sensacione­s son las buenas. Cuando se supo el cruce contra los alemanes todo el mundo vio la empresa casi como imposible para el Barça. Con el paso de los días se fue afianzando el optimismo porque el fútbol es ilusión, pero en el fondo y una vez más, se construían castillos en el aire. La otra lectura es que no hace falta que vengan las leyendas del Bayern a picar el orgullo de nadie. El equipo blaugrana no cayó por la prepotenci­a germana, cayó por la propia incompeten­cia.

Setién volvió a diseñar un equipo que viene a dejar la rueda de prensa de su presentaci­ón como un chiste de mal gusto. Si uno vuelve a escuchar lo que dijo el técnico cántabro en su presentaci­ón y a continuaci­ón contempla su obra entenderá mejor lo que eran los vendedores de ungüento de serpiente en el lejano oeste.

Apostó por un 4-4-2 sacrifican­do a Griezmann y sin noticias de los jóvenes, ni de los extremos, ni de la intención de dominar el juego, ni de nada. La salida del balón del Barcelona fue una tragedia griega que invitó al Bayern desde el principio a robar el balón al Barcelona para crucificar a un Ter Stegen que dio la impresión de estar superado por la situación desde el principio.

Busquets perdió tres balones en los tres primeros minutos de partido y en el tercero Lewandoski conectó con Müller, que asestó la primera puñalada. El Barça dio el canto del cisne en los minutos siguientes, pero más por errores de los alemanes que por méritos propios. Iban tan sobrados los bávaros que se permitiero­n el alarde de poner la línea de defensa sobre la línea del centro del campo. Cuando les superaban, el Barça amenazaba peligro. En una de esas llegadas, Alba ganó la espalda a Kimmich y su centro lo coló Alaba en propia puerta. Parecía que había esperanza, pero fue un espejismo cruel. Lo peor estaba por llegar en diez minutos en los que el Bayern aplastó al Barcelona.

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Lewandowsk­i, el gran cañonero europeo, no faltó a su cita con el gol, en la imagen el momento de marcar el sexto para el equipo alemán.
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