AS (Galicia)

Flick cambió el destino del Bayern en 296 días

El técnico reanimó a los jugadores

- POR J.C. MENZEL

Hace 296 días, el 2 de noviembre de 2019, el Bayern estaba por los suelos. Se vio arrollado por el Eintracht, que le endosó un durísimo 5-1 al entonces pentacampe­ón de Europa. Ese palo supuso un antes y un después para un equipo que, bajo las órdenes de Kovac, no plasmaba sobre el césped lo que llevaba en sus botas. La siempre consecuent­e cúpula de Bayern no tardó en reaccionar. Destituyó al croata y le entregó las riendas de la plantilla a un interino que, cerca de diez meses después, ya es eterno en la capital bávara: Hansi Flick.

Muchos se preguntará­n cómo fue capaz de unir a un vestuario con tantas vacas sagradas que, en su momento, no dudaron en sentenciar a Kovac. Desde el seno de la entidad apuntan al alma. Nadie duda de la capacidad técnica de Flick. Tampoco de su experienci­a en los banquillos, donde llegó a ser el cerebro de Joachim Löw en la conquista del cuarto Mundial para la Alemania. Pero lo que verdaderam­ente le define, es su corazón. Flick es una persona pausada. Cordial, pero siempre directa y sin tapujos. Justo como las adoran en Múnich. Se hizo cargo del equipo y lo que pasó después fue memorable: 34 victorias y sólo dos derrotas. 108 goles a favor y 26 en contra. Y ese triplete que quedará para la eternidad.

Flick entendió desde un principio que la clave estaba en unir al vestuario. Existe una imagen que define a la perfección lo que las estrellas del Bayern sienten por él: Javi Martínez, destrozado en octubre por no tener protagonis­mo lloraba en el banquillo del Allianz Arena.A su lado, consolándo­le, estaba Flick. Siempre supo tocarle la fibra a sus pupilos.

Otro ejemplo es el de Müller. El atacante no contaba para Kovac y llegó a admitir que estuvo buscando nuevo destino. Fue llegar Flick y vivir un renacimien­to: le entregó galones y Müller respondió con el récord de asistencia­s de la Bundesliga (21).

Los relanzó a todos. Boateng volvió a ser fiable, Lewandowsk­i fue mejor que nunca y Neuer volvió a ser el de siempre. Parece un cuento de hadas. Y lo es. El dinero no siempre gana. Ganan el alma y el corazón. Ese que Flick supo reanimar tras aquella tarde oscura en Frankfurt y que hizo latir diez meses después en Lisboa: el corazón del Bayern.

Vestuario Los pesos pesados de la plantilla siempre confiaron en el técnico

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Lewandowsk­i, con la Copa de Europa en su habitación de Lisboa.
Neymar y Mbappé caminan por el césped de Da Luz cabizbajos tras la derrota ante el Bayern. Lewandowsk­i, con la Copa de Europa en su habitación de Lisboa.
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