AS (Galicia)

El Athletic va a por la tercera

Los leones suman una por doblete y otra ante el Barça

- ALFONSO HERRÁN /

Dos Supercopas tiene el Athletic en sus vitrinas, logradas por diferentes vías, y si se lleva la de esta edición empataría con el Depor como tercero en el palmarés del torneo, por detrás de Barça (13) y Madrid (11). El título más recordado por parte de la afición rojiblanca es el último, aquel tan inesperado como contundent­e 4-0 en el partido de ida al Barcelona de Messi, que hizo que un aparente trámite del verano de 2015 pasase a los anales de la historia.

La gente andaba medio de vacaciones y medio pensando en Aste Nagusia, las fiestas que paralizan la ciudad a finales de agosto, y de repetente, a mediados de ese mes, arreció semejante bilbainada.

Fue el día que San José hizo de Messi y Aduriz escribió una de sus páginas más gloriosas. Volvió a amargar la vida a Ter Stegen, que siempre tembló con el ariete donostiarr­a.

Los leones acudían muy escarmenta­dos tras las continuas decepcione­s en finales de Copa ante un rival que se veía inabordabl­e. El sueño de reverdecer laureles marchitado­s desde aquel lejano 1984 chocaban una y otra vez con el coloso azulgrana.

El último título era la propia Supercopa de 1984. Un trofeo que no se disputó por el doblete logrado por los rojiblanco­s, Liga y Copa, tras imponerse en la final de un torneo que fue del KO como nunca antes dada la vergonzosa pelea con la que acabó, con Maradona metido por medio.

La cita de 2015 arrancó como tenía costumbre. Con el Barcelona dueño del balón. Pero algo inusual cambio el guion: la buena presión en campo rival de los pupilos de Valverde, entonces en el banquillo del Athletic, y los problemas con el pie de Ter Stegen. El click se produjo pronto. Sin llegar al cuarto de hora. El meta despejó un balón hacia donde no debía, hacia un círculo central abarrotado de gente, y San José demostró su excelente golpeo.

Fue una maravilla de gol que centró a todos los presentes en lo que estaba sucediendo sobre el césped. Aguantó el Athletic la primera parte y en la segunda llegó el delirio de la mano de Aduriz. Marcó tres goles en un cuarto de hora, uno de ellos de penalti, que nadie olvida a la vera del Guggenheim. La vuelta fue un trámite. Marcó Messi en el 44’, pero la tropa bilbaína no se descompuso y sentenció Aduriz. La celebració­n, no en gabarra sino en un autobús, fue por todo lo alto.

Convendría empezar a difundir la idea de que faltar al respeto a alguien que no te lo ha faltado está mal...

Aduriz Hace seis años metió cuatro goles en el global de 5-1 a los culés

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