AS (Galicia)

Superporte­ro Ter Stegen

Fabuloso el alemán en el partido y en los penaltis que lleva al Barça a la final ● Messi no jugó por molestias ● La Real se estrelló ante un muro

- SANTI GIMÉNEZ REPORTAJE GRÁFICO TONI RODRÍGUEZ

Afalta de Messi, Ter Stegen lideró al Barça para llevar al equipo blaugrana a la final de la Supercopa en la que esperará al vencedor del partido entre el Athletic Club y el Real Madrid. El portero alemán fue el ángel de la guarda de los barcelonis­tas en el partido y en la dramática tanda de penaltis que clasificó a un equipo al que ya le sonríe la suerte. Y su portero.

El partido empezó a las 12 del mediodía, cuando Moisés Llorens en la ESPN anunció que Messi era duda para disputar el partido. El argentino se quedó en el hotel y no estuvo presente en el entrenamie­nto de activación. Arrastraba molestias desde Granada y el Barça, en una situación ya precaria de entrada por las bajas de Piqué, Sergi Roberto, Coutinho y Ansu, se apuntaba a un ‘más difícil todavía’.

Ante esta precarieda­d, la Real Sociedad, a la que le faltaba Elustondo y David Silva, salió a la yugular del Barça desde el inicio. Mediante una presión asfixiante a la salida de balón de los blaugrana, el equipo vasco jugó un primer cuarto de hora en el que tuvo hasta cuatro ocasiones para inaugurar el marcador. La más clara de todas, una de Isak en un uno contra uno ante Ter Stegen, que el portero alemán solventó salvando al Barça. El primer milagro de una noche memorable.

El equipo blaugrana, huérfano de Messi, encontró la ganzúa para salir del embrollo en Dembélé, que en cuanto agarraba la pelota se lanzaba contra la defensa realista, que no veía cómo conjurar sus aceleracio­nes. Una vez aparecía en la derecha, otras en la izquierda y a veces por el centro. Viviendo de Dembélé, el Barcelona fue sacando la cabeza del agua y Bratihwait­e empezó a aparecer tanto para descargar balones como para avisar que era el Barça el rival.

Con el partido ya equilibrad­o y la Real domada tras su salida, el Barcelona consiguió hilar una larga posesión que empezó con una recuperaci­ón de De Jong y culminó con un remate de cabeza del propio holandés en el área pequeña llegando desde segunda línea. La perla que fichó el Barça del Ajax ha tardado en eclosionar, pero parece que con Koeman está encontrand­o su sitio.

Pero este Barça es un equipo de altibajos, como lo demostró el propio De Jong al inicio de la segunda parte al despejar con el codo un centro inofensivo de la Real, que se convirtió en un penalti, que a pies de Oyarzabal es sinónimo de gol. Pocos jugadores tienen la seguridad del de Eibar desde los once metros, donde es un espectácul­o. A los cinco minutos de la reanudació­n la Real empata y decretaba un nuevo partido con la fuerza del que llega remontando.

El partido volvió a quedar en manos de la Real y el Barça volvió a aplicar la receta Dembélé, que a punto estuvo de desequilib­rar el duelo con un disparo a los 60 minutos, pero el duelo se encaminaba a un duelo de fogonazos en el que ninguno de los dos equipos parecía hacerse con el control del juego. El partido pendía de un hilo y ambos entrenador­es se guardaban los cambios temiendo un alargue.

El primer movimiento fue de Koeman, que dio entrada a Trincão e Imanol respondió con Barrenetxe­a. Dos jóvenes de banda para cambiar un partido que iba a decidirse en la prórroga.

Riqui Puig y Pjanic fueron las apuestas de Koeman para el tiempo extra, mientras que Imanol daba entrada a Willian José y Zaldua. Nuevas cartas para un partido apasionant­e que en la segunda parte del tiempo extra tuvo momentos de infarto en ambas porterías, especialme­nte en un tiro de falta de Januzaj al poste tras un vuelo inverosími­l de Ter Stegen, que completó el milagro en la tanda de penaltis que certificó Riqui Puig.

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