AS (Galicia)

Fue Raúl García

Los de Zidane pagaron por dos errores de Lucas Vázquez ● Asensio, el mejor blanco, estrelló dos balones en los palos

- REPORTAJE GRÁFICO MARIANO POZO

FINAL, EL DOMINGO EN SEVILLA

Muniain, un centro sin disparo de Lucas. El pim, pam, pum. Para en- tonces el Madrid había vuelto, sin explicació­n ni éxito, al 4-3-3, con Asensio en la derecha, y el Athletic mantenía el guión. Hasta que a Lucas le salió el delantero que lleva dentro en el área equivocada. Se vio superado por Íñigo Martínez a su espalda y le derribó sin escrúpulos. Penalti de extremo, que no de lateral, y doblete de Raúl García. El héroe del último mes reducido a cenizas y el Madrid, definitiva­mente descompues­to.

La situación exigía una sacudida desde el banquillo, pero Zidane no se cree la unidad B. Ni siquiera a Vinicius, ese transgreso­r desordenad­o que tantas veces le sacó de un lío. Así que salieron los mismos menos Varane, tocado por un pisotón, más Nacho. Los 50 millones de Militao siguen en la caja fuerte. Con los mismos asomó otro Madrid, descuidado, pero con el empuje que

El Athletic se medirá en la final con el Barcelona el domingo a las 21:00h. en La Cartuja. Será la cuarta final del torneo entre ambos equipos. En la más reciente (2015) los rojiblanco­s se llevaron el título con el 4-0 de la ida en San Mamés y el 1-1 del Camp Nou. Las dos veces anteriores venció el Barça. exigía una situación límite. De he- cho, el primer suceso noticiable de la reanudació­n fue un cabezazo franco de Munain que rozó el palo. Sí lo tocó dos veces Marco Asensio, en remates brutales, de cerca y de lejos. Dos zapatazos sobre la marcha que merecieron mejor desenlace y pudieron meter al Madrid en el encuentro con un margen de maniobra aún aprovechab­le. El balear anduvo muy por encima de la media del equipo. Fue la única buena noticia para los blancos.

La segunda generación, que anda atascada, llegó demasiado tarde: Vinicius y Valverde, lo más prometedor de esa operación renove que no acaba de arrancar. También Marcelino refrescó el equipo sin cambiar el dibujo. Todas sus sustitucio­nes fueron de pieza por pieza para vitaminar al Athletic ante el presumible chaparrón del Madrid. Y el chaparrón llegó. A un cuarto de hora del final marcó Benzema, gol anulado por el línea y validado por el VAR. Todo milimétric­o. Y casi de inmediato, el segundo del francés. También alzó la bandera el línea, esta vez con acierto. Fue el tercer tanto anulado a Benzema por fuera de juego en dos partidos. Esa imperfecci­ón le queda de los tiempos oscuros.

El final fue una embestida fallida del Madrid, que intentó por fuerza lo que no consiguió por maña, con Mariano y Ramos metiendo su cabeza en aquel bombardeo. Ese siempre fue el remedio del Athletic. Al Madrid, que va de otra cosa, no le resultó y tampoco encontró el auxilio del VAR en un despeje brazo-hombro de Unai Núñez casi a ras de suelo. Así se le fue la pelea por un título de corto recorrido, la especialid­ad de Zidane.

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