AS (Galicia)

Un Barça golpeado

Koeman no consiguió quitarle la cara de perdedor en Sevilla a un equipo tocado anímicamen­te que arrastra el fin de ciclo y el desgobiern­o en la entidad

- JUAN JIMÉNEZ /

Sevilla se había presentado como una fantástica oportunida­d para que el Barça, pese a que fuese un título menor, empezase con la Supercopa a sacar la cabeza que metió en el pozo de Lisboa. Pero la final ante el Athletic terminó por ser una pesadilla y no fue el punto de inflexión esperado para un equipo tocado anímicamen­te, que no sabe si está en construcci­ón o en descomposi­ción y que paga la galopante crisis institucio­nal y el vacío de poder.

El Barça sumó en Sevilla otra noche maldita en la que, de manera inevitable, vinieron recuerdos cercanos como Roma, Liverpool, Lisboa o la final de Copa ante el Valencia. La tanda de penaltis ante la Real parecía anunciar un cambio de viento, pero la final contra el Athletic, con otro error decisivo a balón parado, fue un baño de realidad crudo para los azulgrana. A nivel anímico, el vestuario del Barça está muy tocado.

El Barça no fue capaz de defender un 1-0 ni un 2-1 en los minutos finales de cada parte. Dest y Mingueza hicieron aguas en la derecha; Lenglet está en un valle profundísi­mo y Alba quita en defensa con su falta de físico y contundenc­ia, lo que da en ataque con su talento para asistir. Tampoco hay profundida­d de plantilla. El equipo, además, tiembla en falta. Así llegó el gol de

Villalibre.

Más allá de la táctica, una de las grandes esperanzas con Koeman era que devolviese ese plus ganador a un equipo que lleva casi dos temporadas acostumbrá­ndose a perder. Sin embargo, el holandés no consiguió en

Sevilla inyectar ese veneno en sus jugadores. Peor aún, planteó un partido con más miedo a perder que ilusión por ganar. Y terminó pasando lo peor. Koeman lamentó la falta de altura de su defensa, y de experienci­a en el equipo. Pero su mensaje futbolísti­co tampoco fue ambicioso.

Se ha ganado durante quince años el derecho a decidir si debe jugar en consenso con Koeman, pero su final fue mediocre. Aún sigue siendo decisivo a ratos y, de hecho, es el máximo goleador de LaLiga, pero le cuesta marcar la diferencia con tanta asiduidad. Su promedio de goles (0,64) y de goles más asistencia­s (0,88) es el peor desde la temporada 2007-08. No estaba el cien por cien físicament­e y, por pura frustració­n futbolísti­ca, reaccionó mal ante Villalibre. Mientras esté en el Barça, es el termómetro principal del equipo. La primera expulsión en 753 partidos con el Barça fue la mejor foto de que la noche en Sevilla no había ido bien. Su renovación, mientras, sigue en el aire. Y va con retraso, porque no habrá presidente con quien negociar hasta el próximo mes de marzo. El PSG ya está llamando a su puerta.

Con Sergi Roberto, Coutinho, Piqué y

Ansu lesionados, no hay recambios de garantías en el banquillo. Contra la Real, Koeman sólo introdujo a Trincão en el tiempo reglamenta­rio. Ante el Athletic, y exceptuand­o el cambio de Mingueza por Dest, los relevos de Pjanic y Riqui eran para perder tiempo. Koeman no confía en el fondo de armario y el rendimient­o de los citados recambios no ha sido feliz en la Supercopa.

Koeman y el equipo terminan por ser víctimas del desgobiern­o del club. El presidente de la Gestora, Carles Tusquets, no ha dado luz verde a los fichajes en el mercado de invierno pese a que ninguna de las peticiones de Koeman desde su llegada ha sido escuchada. Depay y Wijnaldum son casos relativame­nte comprensib­les, pero Eric García se considera un fichaje de proyecto. Laporta, Font y Freixa han preferido frenarlo y apuntarse el tanto cuando alguno sea elegido. Algo puede empezar torcido en la relación de Koeman con el nuevo presidente.

Indefinido El equipo no sabe aún si está en construcci­ón o en el desguace

Messi Su promedio de goles y asistencia­s, el peor desde la 2007-08

El escenario es peliagudo para lo que queda de temporada en el Barça. Lejísimos como está en laLiga, en el horizonte de la Champions están el PSG y plantillas mucho más poderosas. La Copa a partido único es un tiro al aire y la amenaza de un segundo año en blanco es una seria opción estos días.

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Los jugadores del Barça, impotentes después del empate de Villaverde en Sevilla.

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