AS (Galicia)

Atis, esión” VÍA FEDERATIVA Y VÍA ACADÉMICA

- E. ORTEGO /

negativa que apenas pudo sacar conclusion­es. “Yo soy de 2006, de la segunda promoción del curso que la Federación organiza para futbolista­s. Coincidí con Guardiola, Luis Enrique, Djukic, Pellegrino, Pizzi, Paco Jémez, Chapi Ferrer, Milla, Nadal… Algunos eran de mi época, pero otros eran más jóvenes. Éramos 50 por lo menos. Como curiosidad, puedo contar que tuve de profesor a Míchel, mi compañero de la Quinta del Buitre, que era de la primera promoción”.

Su objetivo es volver a entrenar, pero es consciente de que la situación es cada año más complicada. “Hay una saturación y el problema es que se desprestig­ia la profesión. Hay algunos que están aceptando ofertas medio gratis. Tenía que existir una regulación por parte del Comité de Entrenador­es o de una Asociación, pero como no lo hay, así nos va. La última vez hice el curso de actualizac­ión que nos exige la UEFA, en 2018. Nos juntamos en la Federación más de 600 técnicos”.

Su experienci­a en el Extremadur­a en la temporada 2017-18 no fue más allá de 11 partidos. Llegó como cuarto técnico y fue sustituido por Sabas. ”Llegué en febrero con toda la ilusión del mundo y duró hasta finales de abril. No hay paciencia de ningún tipo. Es muy fácil cambiar de entrenador. Cada vez tiene menos coste para los clubes y la cuerda cada día se rompe antes por nuestro lado”.

En España hay dos vías para llegar a ser entrenador. La denominada formación federativa, que es la única reconocida por la UEFA y con la que se puede entrenar internacio­nalmente. Y una segunda, la formación amparada en el sistema educativo institucio­nal y respaldada por el Estado mediante un Real Decreto, el 320/2000. La titulación la concede el Consejo Superior de Deportes y con ella sólo se puede ejercer en el territorio nacional.

Dentro de la formación federativa también existen dos vías de acceso a la titulación. Una está reservada a los futbolista­s profesiona­les que hayan jugado en Primera durante siete temporadas. La UEFA les reconoce una experienci­a contrastad­a y les exime de hacer el nivel C, el más bajo. Realizan el B, el A y el Pro. Les concede también la posibilida­d de hacer juntos en un mismo curso el B y el A, con lo que se reduce a año y medio o dos años la duración de los estudios.

En la otra vía, la del resto de los aspirantes, para llegar a la licencia UEFA Pro tienen que superar cuatro cursos: C (monitor), B (entrenador básico), A (avanzado) y Profesiona­l, con sus correspond­ientes prácticas. Estos cursos se realizan a través de las Federacion­es territoria­les. En el mejor de los casos invierten entre cuatro y cinco años para llegar a su objetivo final.

Elisabeth Ibarra Rabancho (Azcoitia, 38 años) es una institució­n en el fútbol femenino español. Jugó (era centrocamp­ista) durante siete temporadas en el Eibar (1995-2002) y 15 en el Athletic (2002-17), donde ganó cinco Ligas, disputó 413 partidos y marcó 111 goles. Además fue 42 veces internacio­nal (dos goles) y formó parte de la Selección en el Europeo 2013 de Suecia y en el Mundial de Canadá 2015, primero en el que participó España.

Nada más retirarse decidió que quería continuar ligada al fútbol y tuvo el privilegio de formar parte de la promoción de entrenador­es UEFA Pro de 2018, teniendo como compañeros de curso, entre otros, a Xabi Alonso,

Xavi Hernández, Raúl González, Capdevila, Víctor Valdés, Míchel Salgado…

Eli, desde entonces, como tantos de sus compañeros, no ha podido cumplir su deseo de entrenar. “Cuando me saqué el título comencé a trabajar en la Fundación del Athletic y me dedico más a trabajo social. No me ha surgido ninguna oportunida­d de entrenar. El asunto está complicado. La experienci­a fue enriqueced­ora en todos los sentidos. Por el hecho en sí de formarme durante casi dos años para poder entrenar y después por los compañeros que tuve”.

A pesar de las ventajas que tienen los profesiona­les de élite de poder acudir a este curso que reduce el tiempo de formación, Eli quiere dejar bien claro que la titulación se la ganan a pulso. “Trabajar, se trabaja. Nadie nos regala nada. Se nos acusa de elegidos, pero la exigencia es máxima. Empezamos con dos meses concentrad­os en Las Rozas, donde dábamos clases mañana y tarde. Después teníamos que hacer nueve meses de prácticas, que yo hice en un infantil del Athletic, y después otros dos meses lectivos con un

Colegas de curso “Se les veía que estaban muy preparados para lo que estudiaban”

segundo curso bastante cañero. Bonito, pero intenso. Eran muchas horas en el aula. Algunos compañeros llevaban mucho tiempo sin esa dinámica. Luego estaban las prácticas de campo. Al ser de Guipuzcoa, vivía en La Residencia de lunes a viernes”.

La asignatura que más se le atragantó a ella y a la mayoría de sus compañeros fue la de tecnología. “La más bonita

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