AS (Galicia)

Pese a todo, la nave va

En un ambiente intoxicado fuera del campo, el Barça gana y ya es segundo ● Messi y Griezmann, goleadores ● Alba marcó en propia puerta

- SANTI GIMÉNEZ REPORTAJE GRÁFICO RODOLFO MOLINA Y AGENCIAS

una recuperaci­ón de Umtiti en el centro del campo. El francés volvió a disparar poco después y el Athletic ya notó que lo pasaba mal cuando al cuarto de hora de partido Messi casi anota de golpe de pecho. Al dominio del Barça le faltaba hacerse carne en el marcador y ahí es donde apareció Messi de nuevo. El Athletic planteó el partido fiel a las instruccio­nes de Marcelino, que en la previa declaró que “hay que limitar la actividad de Messi”. O traducido, hacerle faltas cuando no tiene la pelota. Todas esas faltas que en Sevilla no se vieron, Mateu Lahoz las llevaba preparadas y estuvo atento a los bloqueos al argentino.

En uno de ellos en la frontal, le quedó a Messi una falta estupenda para marcar su tanto 650 con el Barça y poner el partido a favor de obra blaugrana. Pero tras el gol, los de Koeman se achicaron y a pesar de seguir dominando no fueron capaces de ampliar el marcador. Y eso, ante un rival como el Athletic que ha acreditado sobradamen­te desde la llegada de Marcelino que no se rinde nunca y que lo suyo son las remontadas, irse al descanso con un raquítico gol de margen era jugar con fuego.

Y dicho y hecho, al conjunto vasco no le hizo falta ni chutar para igualar el partido. Fue Alba el que se coló el gol en propia puerta tratando de defender a De Marcos después de que Mingueza volviera a perder un duelo como lateral.

Con todos los fantasmas del pasado asomando en el Camp Nou y temiendo que el Athletic volviera a comerle la tostada al conjunto blaugrana, Mingueza corrigió su error en el tanto del empate apareciend­o por sorpresa en ataque para aprovechar un pase de Dembélé que le llegó en una jugada marca de la casa del francés. Capaz de lo mejor y de lo peor, Ousmane resbaló, tras realizar lo que en ballet se conoce como spagat, écart o split y que para la grada es un despatarre. Pero se recuperó y asistió a Mingueza que sirvió el gol definitivo a Griezmann.

La situación volvía a estar igual que en la final de la Supercopa y Koeman optó por la defensa. Retiró al autor del gol y añadió a Lenglet. Tocaba de nuevo sufrir otro final sin repetir errores recurrente­s. Esta vez, el equipo se defendió con la pelota y ganó. A pesar de todo, la nave va. Que no es poco.

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