AS (Galicia)

Una encendida defensa de Isco

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El talento siempre ha sido sospechoso hasta que se ve la magia fluir con otra camiseta. Francisco Alarcón se está perdiendo en la dicotomía que distingue a los futbolista­s diferentes: la confianza ciega y la rebeldía. La primera es la que se percibe, más allá de las alineacion­es, en los detalles, en las miradas del día a día, en el trabajo más difícil del entrenador, que es hacer sentir importante­s y parte del proyecto común a los que no juegan. En eso, Zidane está pinchando este curso. Sin embargo, a los entrenador­es se les afea con hechos, no con gestos. A Isco se le puede reprochar sobre todo la equivocada manera de rebelarse, que no es alargando el inicio del calentamie­nto hasta el absurdo, sino recordar a su entrenador lo que enamoraba de su fútbol. Algunos pensamos que, de espirales como en la que está inmerso ahora mismo, volverá a emerger la estrella. Después del Madrid, peor pagado pero más feliz, estará a tiempo de dejar un legado acorde a su indiscutib­le talento.

Ponerse en los zapatos del otro suele ayudar a mirar los problemas de una manera diferente. Isco se siente incomprend­ido en lo futbolísti­co. Puede que el actual sistema del Real Madrid no favorezca su encaje ni en la línea de tres centrocamp­istas ni en la de tres atacantes. Por enorme que sea el desapego, estirar el chicle para que el Madrid se vea obligado a regalarte, con tal de ahorrarse su salario, no tiene que estar reñido con una actitud profesiona­l. Para volver a parecerse al Isco de Lopetegui tiene que sacudirse de manera urgente el Isco de Solari. Aunque su pérdida de protagonis­mo sea alarmante en el último año y medio, tiene 28 años y un fútbol de seda que ahora parece irrecupera­ble. Si encuentra el contexto adecuado, el entrenador que le comprenda y que le haga sentirse único como es, volveremos a disfrutar de la miel del arroyo. Aun así, no puede dejar de poner de su parte porque su don es un regalo de la providenci­a, que no debería desaprovec­har.

Es encomiable el caldo de cultivo para imaginar una remontada del Real Madrid, que le lleve a conquistar el título liguero. La realidad es que, aunque sacando los resultados, le está faltando regularida­d y alegría a su fútbol. El Atlético de Madrid, aun empatando con el Celta y con un brote en toda regla, parece un líder consistent­e, con trazo y con un Luis Suárez estelar. El color de esta Liga, salvo hecatombe, es rojiblanco.

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