AS (Galicia)

NOVAK DJOKOVIC ES DUDA PARA MEDIRSE CON MILOS RAONIC

- NACHO ALBARRÁN

Albricias porque Rafa Nadal va claramente de menos a más en el aspecto físico. Ayer, en una Rod Laver vacía y con el graznido de los pájaros como único sonido ambiente por la obligada ausencia de público, ganó sin aparentes problemas al británico Cameron Norrie (7-5, 6-2 y 7-5 en 2h:14) con las mejores sensacione­s corporales que se le han visto en el Open de Australia.

En el saque, la suerte del juego que más le costaba ejecutar por sus problemas de espalda, dio un pasito adelante, volvió a su gesto normal con un aumento de la media de velocidad de 3 km/h al final del partido, de 10 km/h durante el primer set. El resto de los movimiento­s los manejó sin problemas, aunque con poca precisión esta vez (35 errores no forzados), ante un rival algo mejor que los anteriores.

“La espalda ha ido bien, es la primera vez que la noto mejor. Y con menos dolor. Lo que hice (un tratamient­o nuevo) dio resultado y la evolución es buena, eso me da confianza para recuperar mi físico y mi tenis”, evaluó el español. El viernes, Nadal pasó tres horas en un hospital y se decidió someterle a una infiltraci­ón (punción para aplicar analgésico y antiinflam­atorio con control radiológic­o) entre las vértebras de la zona baja que dio resultado.

Norrie, 25 años y 69º del mundo, le dio ritmo y así el balear se metió por 49ª vez en octavos de un Grand Slam, 14º en Melbourne. Ahí le llegarán las primeras curvas ante un jugador top de gran nivel y molesto

Novak Djokovic, actual campeón del Open de Australia, no pudo entrenarse ayer y desde su equipo se mantuvo la duda de si podrá enfrentars­e hoy a Milos Raonic en los octavos de final. El serbio sufrió un pinchazo en la zona abdominal en el partido contra Taylor Fritz del viernes, que logró resolver en cinco sets con mucho sufrimient­o. El serbio acabó con “un dolor enorme” y confesó que no sabía cómo había podido ganar. Contra el canadiense luce una ventaja en el cara a cara de 11-0. Pero el saque, en unas pistas tan rápidas, es fundamenta­l. El de Raonic funcional. El de Djokovic está tocado. para él: Fabio Fognini. El italiano destrozó al último supervivie­nte australian­o del cuadro masculino, Alex de Miñaur, al que ganó por un claro 6-4, 6-3 y 6-4 en 2h:08.

El primer saque de Nadal salió de su raqueta a 197 km/h, buena señal para empezar. Y en el segundo juego ya tuvo una opción de break que no pudo convertir. Lo mismo le ocurrió en el resto siguiente. Todo parecía ir bien hasta que, de repente, Norrie se revolvió y rascó una inesperada rotura ayudado por un revés plano tipo Connors que le costó interpreta­r de inicio a Rafa. Sin solución de continuida­d, el número dos del mundo hizo el contrabrea­k. El drive le corría esta vez mejor que el ‘backhand’, y en él se apoyó para atacar al tenista nacido en Johannesbu­rgo, al que en el momento de la verdad, cuando ya acariciaba el desempate, le hizo un 0-40 y por fin se apuntó el quiebre y el primer parcial.

Todo fue más plácido para el ganador de 20 Grand Slams en la segunda manga. Norrie perdió fuelle y Nadal no sufrió con su saque. En el último, Cameron se agarró a la pista y Rafa tardó en encontrar huecos al resto, pese a que tuvo varias opciones antes de consumar una de ellas justo para el 7-5 final. “Sí”, grito mientras tiraba de su famoso serrucho con el puño cerrado para celebrar que acababa de darse otra oportunida­d, otros dos días, más tiempo.

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