Qatar tiene curvas
Grecia empató con un dudoso penalti de Íñigo Martínez ● Ramos suma su 179ª internacionalidad ● Debutaron Pedri y Gil
el asedio de España. Koke protagonizó la primera ocasión de peligro con un doble remate en el 13'. La Roja se armaba de paciencia, con Ramos y Eric García iniciando cada ataque, un plan de vuelo demasiado previsible. El juego se embarulló con el paso de los minutos, faltas e imprecisiones que ralentizaron el ritmo del partido, algo que jugaba descaradamente en nuestra contra. Y estábamos tan narcotizados que de repente, un derechazo de Olmo al larguero casi nos hizo caer de la silla. Fue tal el despertar que sólo un minuto después llegó el segundo dardo, este sí con el gol como premio. Koke recibió en tres cuartos, levantó la cabeza y sirvió un pase gourmet a Morata, que controló el balón con el pecho y remató con la zurda ante Vlachodimos. A lo Cristiano, vamos, es lo que tiene entrenar y jugar junto al rey del remate.
El gol, eso sí, no alteró ni un ápice la estrategia helena. El equipo siguió anclado atrás, lo que dibujaba un escandaloso reparto en la posesión: 80% para España y 20% para Grecia. Así se llegó al descanso y así se volvió de él. No había novedad en el juego aunque sí en las alineaciones con Ramos cediendo su lugar a Íñigo Martínez. Descanso para el de Camas, que suma un partido más al zurrón de internacionalidades: 179, a sólo cinco del récord mundial del egipcio Ahmed Hassan.
Y el central del Athletic no pudo tener peor estreno en el partido pues en el 55' cometió penalti. En las eliminatorias no hay VAR, así que el veredicto de Marco Guida no tuvo vuelta atrás. Debate, lógicamente, sí hubo, porque el central de Ondárroa despeja el balón y en su inercia golpea con los tacos sobre la pierna de Mansouras. En mi opinión, Íñigo mantiene en exceso su pierna arriba. No sé. Un penalti que podríamos bautizar ya como a lo Modric (similar a la falta que le pitaron al croata en Balaídos), pero penalti al fin y al cabo, transformado sin contemplaciones por Bakasetas.
Había que encontrar una marcha más en el juego monótono de la Selección. Luis Enrique apostó fuerte, con los versos sueltos de Pedri y Bryan Gil. Y poco después con Thiago y Oyarzabal. Pero el muro griego no cedió. Sólo alguna incursión de Gil amagó con crear una ocasión de gol. Pero esa no llegó. Lo único que llegó fue el pitido final de un partido que nos deja en fuera de juego. ¿Cómo se puede jugar tan bien ante Alemania y tan mal ante Grecia?