AS (Galicia)

Dembélé obra el milagro

Un gol del francés en el 90’ pone al Barça a un punto del líder ● El Valladolid pidió un penalti y se quedó con diez tras una roja injusta a Óscar Plano

- SANTI GIMÉNEZ REPORTAJE GRÁFICO RODOLFO MOLINA

De nuevo la épica volvió a rescatar al Barça, que con su agónico triunfo ante un heroico Valladolid por 1-0 con gol de Dembélé en el minuto 90, se sitúa a un punto del líder y sigue dependiend­o de sí mismo para ganar LaLiga. Pero la épica y el milagro de Dembélé no tapa que el equipo blaugrana volvió a estar a un milímetro de pegarse un trompazo injustific­able.

Los tópicos en el fútbol son tan odiosos como ciertos. Y cuando ante un duelo que se adivina plácido para un Barcelona con ínfulas de asaltar el liderato tras el parón de seleccione­s recibiendo a un Valladolid que comparecía en el Camp Nou con el cartel de víctima propiciato­ria y a seis días del Clásico alguien habla de ‘partido trampa’ es por algo. Es una horterada de expresión, pero si se ha instalado en el imaginario futbolero será por algo. Por partidos como el que disputaron Barça y Valladolid.

Koeman repitió alineación por cuarto partido consecutiv­o desprecian­do el riesgo que suponía alinear a Messi y De Jong, que salieron al campo a jugar con la amenaza de que una amarilla les echaba del Clásico. El arrojo del técnico holandés en la pizarra buscando calcar el equipo que tan buen resultado dio antes del parón fue lo único reconocibl­e respecto al Barça que goleó a la Real. El equipo catalán perpetró una puesta en escena espantosa.

Lento, impreciso, obsesionad­o por entrar por el centro, donde Dembélé no encontraba espacios, al Barcelona el partido se le hizo bola de entrada. Todo lo contrario que al Valladolid. Sergio ganó de salida la partida táctica y su equipo no sólo se defendió perfectame­nte sino que además castigaba las constantes pérdidas de balón del Barça. Les faltó puntería, pero en el primer acto siempre dio la sensación de que se jugaba el partido que querían los pucelanos. Kodro avisó con un remate de cabeza al larguero al los 9 minutos y las llegadas por banda de Olaza, que en la segunda parte tuvo una gran ocasión, y Janko creaban peligro ante un Barça de encefalogr­ama plano que sólo dio señales de vida en el descuento de la primera parte con un disparo lejano de Pedri que Masip tocó lo justo para desviar el balón al poste.

El Barça no encontraba el camino y jugaba con fuego. Koeman estaba obligado a mover algo de cara a la segunda parte, el

Valladolid tenía que aguantar el excelente partido que estaba ofreciendo y mejorar únicamente su producción en los metros finales.

No cambió el técnico local jugadores, pero sí el dibujo disponiend­o un 4-3-3 que llevaba a Dembélé a la banda y a De Jong al centro del campo.

Dembélé en diez minutos como extremo intervino más que en toda la primera parte y a los 59 minutos obligó a Masip a lucirse con un rechace que Griezmann, inédito hasta ese momento, no acertó a embocar de cabeza.

El Valladolid no se dejó impresiona­r por la presión barcelonis­ta y respondió al envite con valentía. Los pucelanos reclamaron un penalti por manos de Alba justo antes de que Koeman revolucion­ara a su equipo dando entrada a Griezmann, Trincão y Araújo.

El asedio del Barça, desesperad­o, chocó ante un Masip imperial que lideró a un equipo que no se descompuso ni cuando el árbitro expulsó de manera sorprenden­te a Óscar Plano en el 79. En inferiorid­ad, los de Sergio pelearon como jabatos ante un equipo blaugrana acelerado sin paciencia y luchando desesperad­amente contra el crono. Pero, como pasó ante el Rayo o ante el Sevilla, la suerte sonrió al Barça en el último minuto.

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