Dembélé ha desaparecido desde que jugó el Clásico
Ha disputado sólo 30’ tras ser titular en Valdebebas
Ahora me llaman Etoo”, dijo recientemente Ousmane Dembélé en una entrevista con beIN Sports. Estaba feliz en su nueva posición de delantero que Koeman se inventó en el partido de Liga del Sánchez Pizjuán
(0-2), gol incluido del francés, que también hizo un tanto importante para iniciar la remontada contra el Sevilla en la vuelta de la semifinal de Copa. Dembélé, pues, parecía haberse consolidado en el 3-4-2-1 de Koeman. Podía jugar al lado de Griezmann y Messi, o sólo del argentino dependiendo de si De Jong jugaba en el centro del campo o como libre.
Pero el regreso de Piqué en la final de Copa agitó el tablero. Y Dembélé perdió su sitio en La Cartuja. Aquel día fue titular Griezmann, que había sido suplente en el Clásico, y estuvo muy bien. Tanto que marcó el 1-0 y desde entonces no ha dejado de marcar goles (Villarreal, Valencia) y de asistir. Y Dembélé ha pasado de estar viviendo sus días más felices como azulgrana a ver de nuevo amenazado su sitio, y suplente. Desde el Clásico sólo ha jugado 30 minutos. Hoy, salvo sorpresa y movimiento táctico del tándem Koeman-Schreuder, será suplente.
Su suplencia, como ayer quiso dejar claro Koeman, tiene que ver con motivos estrictamente futbolísticos, pero el asunto de su renovación también está enrareciendo de nuevo algo la comunicación con el francés. El Barça quiere que siga, pero el jugador no ha dado todavía señales claras. Eso genera incertidumbre.
Griezmann
El regreso de Piqué y el francés le han quitado el sitio en el 3-4-2-1
El Barça es Messi que tiene la maleta hecha y ha visto la semana europea en el sofá
El empate sería una oportunidad tan elocuente para los Space Cowboys de Zidane que la desaprovecharán con otro frustrante empate. O no, porque mi capacidad de diagnóstico con este equipo es ciega. En esta columna he llamado tragabolas a Courtois, he dicho que Militao era peor que Fernando Sanz y lo más grave, he negado a Benzema y Modric en varias ocasiones. Soy un gran pecador. Gane quien gane esta Liga —que se ha quedado bastante Superliga por cierto— será un campeón legítimo. Ni justicia ni merecimiento, esos dos tumores del análisis futbolístico. La racanería de Simeone, el insustancial plato combinado de Koeman, los veteranos y noveles de Zidane o la regular clase media de Lopetegui.