AS (Galicia)

Julen, el final más triste

Dolorosa goleada ante el Dortmund en el epílogo de Lopetegui ● El vasco mandó mensajes con su once ● Sampaoli tomará hoy las riendas del equipo

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Quien pensó en el Sevilla que sería difícil superar el ridículo de dejar en el banquillo a un entrenador desahuciad­o, de hacerlo además en Champions y ante uno de los grandes de Europa, comprobó que no: que el sótano del escarnio siempre puede tener varias plantas más. Julen Lopetegui puso el epílogo más triste a la que sin duda puede considerar­se, la suya en Nervión, una aventura exitosa. Lo hizo con una derrota abultada ante el Borussia de Dortmund. El Sevilla se desangra a la espera de que este jueves llegue el argentino Jorge Sampaoli y, más allá de saber si hay plantilla o no, costará mucho que la paliza psicológic­a, anímica y física de este equipo, de este club descompues­to, logre al menos cicatrizar.

Sonaba Take me out (Sácame de aquí), el tan simple como descomunal himno de los escoceses Franz Ferdinand mientras calentaba sobre el césped el que ya se conocerá como último once de Lopetegui en el Sánchez-Pizjuán. Cosas de la casualidad o de algún guasa de la megafonía. Una alineación número 170 repleta de mensajes: jugaban por supuesto los suyos, aquellos fichajes que Julen pidió expresamen­te. Isco y Suso. Tecatito y Óliver también le pertenecen pero ninguno de los dos (el mexicano se lesionó de gravedad) cabía en la lista de Champions. Colocar a dos canteranos (Carmona y Kike

Salas) en el centro de una defensa de tres sonó a canción-protesta contra el empobrecim­iento en esa línea tras la venta de Diego Carlos y Koundé. Aparecía Jordán, el futbolista que cayó al césped del Villamarín en, quizá, el principio del fin del técnico vasco en el Sevilla, pero que ahora mismo no parece ni la sombra de lo que fue. Igual que Suso. Y en punta, En Nesyri: el delantero que más fielmente cumple con lo que el de Asteasu pide a sus atacantes: lucha, presión, ser el primer defensa.

El marroquí había fallado ya dos o tres goles cantados cuando vio la roja por cortar una contra de los alemanes. El VAR enmendó al italiano Mariani porque, antes, Navas había recibido un pisotón.

Guerreiro aprovechó el primer caos de una zaga que se ha acostumbra­do a no saber donde para y colocó muy pronto (6’) en la escuadra el 0-1. El partido se jugaba en el campo y en la grada a 220 pulsacione­s por hora, como si se tratara de una final. Lo era: el final de Lopetegui en el Sevilla. De tanta excitación sólo podía salir la Puerta Grande o la Enfermería y tras unos minutos de dominio y ocasiones nervionens­es, el equipo de Terzic decidió embestir mortalment­e a los nervionens­es.

El inglés Bellingham descubrió con un eslálom semimarado­niano por qué media Europa se anda peleando por él (0-2, 41’) y Adeyemi aprovechó el rebote de la enésima jugada circense en el área del Sevilla para anotar el 0-3 justo antes del descanso.

Fue entonces cuando el sevillismo confirmó la ruptura: cánticos contra el palco (Directiva, dimisión) y a favor de Lopetegui, al que un 99 por ciento de la afición había ya amortizado, hasta que las últimas horas de locura han acabado por victimizar.

En Nesyri, un futbolista al que Sampaoli puede recuperar si le sienta en el diván, le puso algo de suspense a la segunda mitad al acertar, esta vez sí, a la salida de un córner (1-3, 51’). El Sevilla tiró de casta y coraje para apretar al Borussia y encender a su gente en busca de una gesta, un homenaje final a Lopetegui, pero el jovencísim­o Moukoko avisaba a la contra y Brandt redondeó su partidazo con el definitivo 1-4 a un cuarto de hora del final. Y la grada, ya semivacía, dictó sentencia: con o sin Julen, así no, Sevilla.

REPORTAJE GRÁFICO: MORENATTI, TONI RODRÍGUEZ Y AGENCIAS

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