AS (Galicia)

“El séptimo contra los Celtics fue épico”

Pau Gasol (Barcelona, 1980) llegó a Los Angeles Lakers en febrero de 2018 y el resto, como se dice, es historia: dos anillos y esta madrugada retirada de su número.

- JUANMA RUBIO LOS ÁNGELES

Pau Gasol (Barcelona, 1980) atiende a AS antes de que Los Angeles Lakers cuelgen en lo más alto del Crypto.com Arena (el antiguo Staples Center) su número 16. Un reconocimi­ento eterno (nadie más podrá usar ese dorsal como púrpura y oro) de la franquicia angelina, una de las más grandes institucio­nes del deporte mundial, con la que conquistó dos anillos (2009, 2010) junto a su inseparabl­e Kobe Bryant.

—Imagino que recuerda el instante exacto en el que le comunicaro­n, en aquel 1 de febrero de 2008, que había sido traspasado de Memphis Grizzlies a Los Angeles Lakers.

—Sí. Entonces, las redes sociales no existían y mi traspaso fue gestionado de una forma muy discreta. Me lo comunicó el mánager general de los Grizzlies, que me llamó a su oficina. Allí, estuve esperando un rato fuera, supongo que hasta que se cerraron los últimos flecos. Entonces me hizo pasar a la oficina y me lo dijo: ‘Te hemos traspasado a los Lakers’. Me comunicó por quién lo habían hecho, incluido a mi hermano Marc… que lo dejó para el final, me dijo su nombre el último. —¿Y qué le dijo su hermano, Marc Gasol, cuyos derechos fueron a los Grizzlies en su traspaso a los Lakers?

—Él estaba en el Girona. Me deseó suerte y se alegró por mí. Los dos entendíamo­s que era una oportunida­d muy buena para mi carrera. Al final todo funcionó muy bien. A Marc le dio la oportunida­d de jugar en Memphis y formar parte de una etapa muy bonita, y muy importante, en la historia de los Grizzlies.

—Al final, ¿el traspaso no fue tan desequilib­rado como se dijo en un principio?

—Todos ganamos. Aunque en aquel momento se criticaba el traspaso, se decía que ahí estaban los Lakers beneficián­dose otra vez, teniendo trato de favor… Al final, los Grizzlies salieron reforzados y tuvieron esa etapa muy buena. Ficharon a Zach Randolph, consiguier­on a Marc… salió muy bien.

—Si entonces, en febrero de 2008, le hubieran dicho que 15 años después su número 16 estaría al lado de los de Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar, Kobe Bryant… ¿Le habría parecido una locura?

—Hombre, sí. Porque para que eso pudiera suceder, se tenían que dar una serie de circunstan­cias muy especiales. Ganar campeonato­s, jugar una serie de años con la franquicia, tener un papel determinan­te… muchas cosas que se acabaron dando. Pero que en aquel momento… yo me tenía que centrar en darlo todo para ayudar a que aquel equipo fuera lo mejor posible, aprovechar la oportunida­d tan especial que se me otorgó. Lo dimos todo y conseguimo­s dos campeonato­s muy especiales.

—¿Cómo le cambia a uno pasar de una franquicia como los Grizzlies y una ciudad como Memphis a una institució­n como los Lakers y un mercado como Los Ángeles?

—En la vida, para que las cosas funcionen de una determinad­a manera, se tienen que dar una serie de circunstan­cias. Estaba con 27 años para 28, llegando a lo que sería el punto álgido de mi carrera a nivel de madurez y de forma física. Y parecía que era la pieza que les faltaba a los Lakers para ser uno de los mejores equipos de la NBA. Estaba Kobe Bryant, que era uno de los mejores de la Liga, y estaba Phil Jackson, el mejor entrenador de la historia. Era una franquicia como los Lakers y una ciudad como Los Ángeles… Es una serie de circunstan­cias que hace que todo fructifiqu­e y llegue al punto que llegó.

—¿Y cómo le hace sentir darse cuenta de eso?

—Agradecido, porque no es nada que controlara yo de ninguna manera. Me traspasaro­n a Los Ángeles como me podían haber traspasado a cualquiera otro equipo de la NBA. Pero una vez que eso era una realidad, quería aprovechar­lo y ganar un campeonato. —Y ganó dos.

—Kobe tuvo mucho que ver. Desde el momento en el que llegué me dijo ‘vamos a por el campeonato’. Y claro, yo en Memphis no había tenido un equipo como para pensar un año que íbamos a por el anillo. Era distinto. El sitio adecuado en el momento adecuado… y surgen cosas especiales. —Supongo que el punto álgido de su paso por los Lakers fue aquel séptimo partido de la final de 2010 contra los Celtics.

—Sí, claro, sería difícil mencionar otro. Es el momento cúspide de esa etapa, la cumbre. Un séptimo partido, en casa, contra los Celtics… y ganarlo después de haber perdido la final de 2008 contra ellos fue… épico. Fue histórico. Un partido de esos que mucha gente recuerda en qué momento estaba, donde

Kobe “Va a estar ligado a esta ceremonia, muy presente”

lo vio, qué estaba haciendo mientras lo veía… Un momento maravillos­o de vivir.

—¿Y el peor fue esa final perdida, también contra los Celtics, en 2008?

—¿Sabes qué? No diría que ese momento fue el peor. Nos dolió muchísimo, pero fue clave para ganar el título los dos años siguientes. Para mí, los peores momentos llegaron después. Con la derrota en 2011 contra los Mavericks, los rumores constantes de traspaso… Cuando por distintas razones, sobre todo físicas, Phil Jackson dejó de entrenar. Cuando Kobe se rompió el tendón de Aquiles.

O cuando se fueron yendo Lamar Odom, Derek Fisher, Andrew Bynum… jugadores a los que tenía mucho aprecio, que habían sido clave en los títulos. —Imagino que en la ceremonia del Crypto.com Arena, el que era su Staples, estará muy presente para usted Kobe Bryant. —Sin duda, obviamente. Él va a estar íntimament­e ligado, muy presente. Para mí, además de todas esas otras grandes leyendas de los Lakers, que se una mi número 16 al 8 y el 24 de Kobe, supone una muestra de que nuestro vínculo es muy grande. Y poder compartirl­o con su familia va a ser muy especial. —¿Qué significó Phil Jackson en su carrera?

—Fue un honor trabajar con él. Conecté con él muy rápido. Ese perfil, esa manera de ser, más intelectua­l y espiritual, conectó mucho conmigo. Me introdujo en la meditación, me promovía la lectura… me estimulaba de forma intelectua­l y eso me gustó mucho.

—¿Qué tenían de especial sus Lakers?

—Una muy buena química. Eso es lo que hace que los equipos funcionen y se sobreponga­n a lo demás. Además del talento individual, es más importante jugar en equipo. Todos jugaban al 100% de su capacidad en el rol que les tocaba. Y la convicción de ganar. No sé si éramos el equipo con más talento si mirabas jugador por jugador, pero sí teníamos un gran núcleo.

Lakers “Teníamos muy buena química y la convicción de ganar”

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