Giménez para el final
El charrúa, el mejor defensa del Cholo cuando las lesiones lo permiten, regresa al equipo para afrontar el tramo clave
La imagen al descanso del partido en San Siro entre el Atlético y el Inter de Milán de la ida de los octavos de Champions la protagonizó él: José María Giménez (Toledo, Uruguay, 1995; 29 años) probándose. Había vuelto a sentir un mordisco en el muslo izquierdo, una lesión miofascial que le hacía volver a empezar. El uruguayo estaba acompañado por el Profe Ortega, preparador físico rojiblanco, y uno de sus ayudantes, Dani Castro, mirando con detenimiento sus sensaciones. Su gesto contrito. Su negar de cabeza. A Savic, mientras, le tocaba apretar el calentamiento: Giménez no iba a poder seguir.
Esa en San Siro era la lesión número 31 de José María Giménez desde que es jugador del Atlético (2013). Un freno más. Otra tanda de partidos de baja, en este caso seis (ante el Almería, Betis, Cádiz y Barça en Liga, la vuelta de las semifinales ante el Athletic, además de la vuelta de octavos de Champions ante el Inter), cuando hacía apenas 108 minutos que había regresado, los 63 del duelo anterior de los rojiblancos al del Inter con Las Palmas en la Liga y los 45 de la primera parte que terminaba con esa foto: Giménez probándose y bajando el dedo como un emperador romano. No, no podría seguir. Una vez más.
“Lo paso mal, que sepa la gente que también lo paso mal”, reconocía el futbolista en el podcast del periodista uruguayo Damián Herrera el pasado noviembre. “Uno trata de buscar el bienestar de uno para sentirse cómodo en la cancha y no nos damos cuenta de lo importante que es la cabeza, uno puede estar al cien, dando números exuberantes, rompiendo tu pico de velocidad y aun así, lastimarse”, añadía. Esa es precisamente su batalla desde hace tiempo. La cabeza. Porque en todo este largo camino de lesiones, Giménez ha variado sus hábitos, su alimentación, sus rutinas, pero los mordiscos que varan en sus músculos siguen ahí, con cadencia fija, ajenos a todo. La lesión 31 de su carrera en el Atlético es también la tercera en la temporada 23-24 tras sufrir una fractura de tibia por estrés y un edema en el sóleo. “No estoy pudiendo ayudarme a mí mismo con el tema de la ansiedad, pero seguiré trabajando para solucionarlo”, aducía. Un “seguir trabajando” para solucionarlo y poder estar a punto para el tramo que importa de la temporada. Este que para el Atlético comienza este lunes. El definitivo. Donde el equipo dirimirá todo. El subir o bajar de las nubes.
Dentro de las dudas que el Cholo parece albergar de cara a Vila-real, hay una certeza: que Giménez vuelve. Porque en los distintos onces que el argentino ha probado esta semana, Josema está en los dos, aunque en posiciones distintas. En una, ocupando el eje central mientras Witsel da un paso al medio y Reinildo ocupa la izquierda y Lino el carril. En otra, ejerciendo de central zurdo con Reinildo de carrilero. Sea donde sea, jugará. Ya no habrá más parones, ya no hay más red. El Atlético se juega el futuro en la Champions (los cuartos ante el Dortmund) y la Liga (ser cuarto). Y Giménez tiene que estar. Es el mejor defensa del Cholo.
Giménez, El Comandante. Giménez, ese jugador que representa la garra del hincha en la hierba, el pundonor y el corazón. Giménez, ese mismo al que las lesiones varan, una y otra vez, de manera infinita. Dieciséis partidos ya se ha perdido esta 23-24 en esas tres lesiones. Once partidos le quedan al Atlético (que serían catorce si alcanza la final de la Champions) para terminar el curso y Giménez quiere seguir estando. La prueba en San Siro dijo no. Desde entonces solo ha trabajado para que todo cuanto venga solo sea que sí.
Ausencia Giménez ha estado fuera seis partidos tras la lesión en San Siro
Dolencia Sufrió una lesión miofascial, tercera de este curso