AS (Las Palmas)

Unos ven burros y no es por la altura

- POR HÉCTOR MARTÍNEZ

Subimos, subimos y subimos. Y a los vehículos les pidieron especial precaución en una zona en la que el libro de ruta obligaba a circular a 30 km/h. Junto al camino, un precipicio. Subimos tanto que la especial tocó los 4.600 metros de altura, récord en la historia del Dakar. Y allí, cuando se pilota entre nubes, los bolivianos disfrutan. Como Marco Bulacia, que firmó en Uyuni su mejor puesto del presente Dakar. Fue 30º. Se sintió “muy a gusto” con la Toyota Hilux. Dicen que le vieron competir con una mano en el volante y el codo izquierdo apoyado en la ventanilla. No me lo creo. Leyenda urbana. Hay leyendas y leyendas. Unos pilotos, por ejemplo, ven burros. Y a pares, como Antonio Gimeno, del Himoinsa, que se llevó más de un susto en la etapa con final en Jujuy. Y otros, directamen­te, se hicieron pipí encima producto de la altura. Es como si no te dieras cuenta, crees que es tu mente, que vas a aguantar, que queda poco para llegar y... Eso sí, no doy el nombre. Sólo digo una cosa: Méo no fue. El tetracampe­ón del mundo de enduro llegó seco a meta. Mister X, no. “Aún no se te quitó el olor a gasolina”, le dijo el doctor al entrar en la carpa por la que pasaban los pilotos a causa de la altura. “Sí, a gasolina de la buena”, le contestó Mister X. ¿Otra leyenda urbana? Esta no. Dicciodiar­io: Chilchi. Lluvia menuda, ligera. Eran los pronóstico­s al llegar a Uyuni, donde dormimos dos días. Nada que ver con los goterones que cayeron en Jujuy. Aquellos eran ríos, lo de hoy en Uyuni, lluvia tímida. Lo que en España llamamos chirimiri. O calabobos.

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