Uyuni nos da cariño y nos quita oxígeno

Seguimos en Uyuni. A casi 4.000 metros de altura, donde falta el oxígeno y los médicos te preguntan a cada paso cómo estás. Nos piden que no hagamos esfuerzos. Un colega periodista me remueve el yogur del desayuno y otro me monta y desmonta la tienda de campaña. Esfuerzos... A otros no les queda más remedio que hacerlos. “Me afectó la altitud, me dolía mucho la cabeza, pero llegamos bien al final”, reconocía Gonçalves. Le dolía la cabeza pero sigue líder en motos. Le faltaba algo de oxígeno, como a todos. Yo también pasé por la carpa médica y puse el dedito: 82 de oxígeno en sangre y 77 de ritmo cardíaco. Aquí les dejo la foto. Mi striptease. Uyuni vive la llegada del Dakar como una fiesta popular. Hay banderas, disfraces, mascotas, reinas del carnaval... La gente se echó a la calle. Te saludaban cariñosamente, te gritaban “welcome” al pasar con el autocar. Será lo más emotivo que vamos a vivir en este Dakar. Seguro. Para emoción, la de Walter Nosiglia. “Quiero agradecer todo ese cariño de la gente, prometo estar en el podio”, dijo al bajarse del quad El lobo del desierto. Eso es lo que ahora llega, desierto; arena al menos. Esa navegación que tanto se les atraganta a algunos. Se desorientan. Coma dice que “perderse es parte del juego”. Ahora ve los toros desde la barrera, pero torear, Marc ha toreado lo suyo. Dicciodiario: Choco. Por lo general, a la persona de tez blanca. A mí, por ejemplo. Pero especialmente a tipos como Toby Price, australiano de pura cepa (australiana) que sumó su tercera victoria de etapa en motos. El choco aussi podríamos decirle.