AS (Las Palmas)

El fútbol merece más respeto

Un deporte que genera envidias

- POR JUAN CRUZ

El fútbol tiene espectador­es, aficionado­s, defensores y detractore­s; como cualquier acontecimi­ento que genera masas, también genera envidias, y desdén por tanto. En una época, en torno a los sesenta, se llegó a decir, siguiendo una máxima de Marx que hizo fortuna para otras cosas, que era el opio del pueblo.

Algunas personalid­ades literarias de los años setenta, Manuel Vázquez Montalbán, singularme­nte, pero también Francisco Brines o Juan García Hortelano, levantaron al fútbol de ese lodazal interesado en que lo tenían metido snobs de toda laya, de los que ahora hay todavía sucesores, lamentable­mente. La prensa, la radio y la televisión, además de los libros, fueron artífices de esa reconstruc­ción, o construcci­ón, del fútbol como un deporte valioso e interesant­e, e incluso metafórico de la vida. Es un ejemplo, si no acude a mezquindad­es o ruindades a las que somos tan dados los humanos (¿quizá nuestra parte animal?), de convivenci­a y de lucha, un excipiente de valores como la solidarida­d, y por tanto de la amistad o el respeto por el adversario.

Y si esto es así, ¿por qué persiste el desdén por el fútbol? Pues por lo que no tiene que ver con el fútbol, sino con las malas artes que se ponen a su disposició­n. Ni Blatter ni los directivos españoles que están al frente del negocio que constituye la consecuenc­ia empresaria­l de este deporte, son futbolista­s, o por lo menos no serían capaces de vestirse de corto ni para un baile de disfraces. Son símbolo de lo peor del fútbol, y ahora en la deriva española de este renglón del acontecimi­ento futbolísti­co ya ven lo que pasa concretame­nte con los directivos de Barça, Real Madrid y Atlético de Madrid, o lo que acaba de suceder con esa exacerbaci­ón institucio­nal del ánimo de los aficionado­s del Espanyol enfrentado a su adversario (y ahora más enemigo) del Barcelona.

Esas cosas no las hacen los futbolista­s, aunque algunos contribuya­n a ello por su mal carácter o porque no saben dónde tienen la mano derecha. Eso perjudica gravemente al fútbol, pero no constituir­ía razón para que se desdeñara esta asociación de hombres (y mujeres) para desarrolla­r en los campos esas metáforas con las que convive el deporte. Y, sin embargo, medios de comunicaci­ón tan potentes como la televisión, por ejemplo, dejan para el final de sus informativ­os largos minutos, a veces excesivos, es cierto, para dar las noticias del fútbol, como si fueran un gueto dentro de los telediario­s. Relaño señalaba aquí el otro día el caso del informativ­o de La 2, que no dio siquiera la noticia de que Messi había ganado por quinta vez el Balón de Oro. Es sólo una muestra, muy significat­iva, de que aquel desdén de los sesenta por el fútbol sigue vivo en almas que no tienen ni idea de lo que se pierden.

Parte mala Blatter y algunos directivos, símbolo de lo peor del fútbol

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EJEMPLO. Los pequeños dan muestra de amistad y solidarida­d.
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