El Betis de Merino renace y el Villarreal sigue atascado
El palo y N’Diaye frustran a un Submarino sin pegada
Un punto y dos lecturas opuestas. Para el Villarreal supone la frustración y para el Betis el renacimiento. El equipo de Marcelino, terco y voluntarioso, dio continuidad al atasco de la Copa. Sigue cuarto con una buena ventaja pero, más allá de tropezar tras seis victorias seguidas en Liga, comienza a pensar que juega peor de lo que le va la vida. El conjunto de Merino, por su parte, olvida sus males por Sevilla, recupera la ilusión, reaviva la fe y vuelve a casa con la seguridad de que hay un lema que sigue vigente: si se quiere, se puede. Jugando así, llegue Juande o no, el sonrojo habrá acabado.
Pese al descanso de los titulares, al Villarreal le costó desplegarse desde el inicio. El Betis más serio de este curso tenía las ideas más claras. El único error lo cometió nada más empezar, en el 2’. Soldado remató al palo. Rubén contestó tras un fallo grave de Víctor Ruiz. Areola le echó una mano. Por empatar, Villarreal y Betis empataron hasta en penaltis reclamados. Uno a Rubén, por derribo, y otro de Vargas, por mano. El Betis jamás se agobió. Siguió igual tras el descanso. Mostró personalidad y descaro. N’Diaye, tapón y desatascador, más que nadie. Junto a Petros se comió a Bruno y Trigueros. Fue un Betis nuevo y aliviado. Quizá por no ir vestido de verdiblanco por un día. El Villarreal, mientras, siguió dudando si ir a la presión o replegarse para luego galopar. Al menos ha aprendido que cuando no se puede ganar, no es mala estrategia no perder: octavo partido sin encajar gol.