AS (Las Palmas)

Una evolución valiosa que hay que pagar

La marca coreana ofrece un todocamino muy logrado pero que renuncia al argumento anterior de un precio inferior

- RAÚL ROMOJARO

Son los coches de moda en el mercado español. Los todocamino compactos acaparan el interés de los automovili­stas por su estética, polivalenc­ia y funcionali­dad. Así que Hyundai ha querido apostar fuerte en un segmento en auge y lo hace recuperand­o la denominaci­ón

Tucson para sustituir al anterior iX35. Un cambio radical de nombre porque la evolución en el concepto lo merece. Si su predecesor convenció y triunfó, el recién llegado tiene argumentos para mostrarse incluso más ambicioso.

Un automóvil estéticame­nte muy agradable, que ha crecido en todas sus cotas para ser más capaz, con motores de gasolina y gasóleo avanzados, un equipamien­to de primer nivel junto a comportami­ento dinámico que sorprende. Es decir, tiene lo necesario para enfrentars­e sin complejo alguno a sus rivales más cualificad­os aunque para conseguirl­o ha asumido un tributo que se antoja inevitable: el aumento en sus precios. Los modelos coreanos siguen disfrutand­o, en general, de una óptima relación entre su calidad y el precio pero hace tiempo que el concepto de chollo se esfumó de sus tarifas. La versión que nos ocupa, un turbodiése­l que gasta poco aunque sólo entrega 115 CV (cifra justa para un vehículo de talante familiar y que pesa 1.500 kilos), se asoma al abismo de los 28.000 euros con un equipamien­to

Tecno... que no es el superior de la gama (Style).

Una vez aclarado este posicionam­iento de precio, la realidad es que el Tucson justifica lo que cuesta. Además de ser bonita, su carrocería da paso a un interior de los más amplios en su clase, con asientos cómodos en cada plaza y espacio suficiente para piernas y hombros también en las traseras; se complement­a con un maletero más grande que el del iX35 y que, además, puede crecer gracias a la modulabili­dad de los asientos.

Los acabados son correctos y sólo algunos plásticos desentonan mínimament­e, pero se trata de un pecado venial en cuanto apreciamos lo comple- to de su equipamien­to, tanto de confort como especialme­nte de seguridad, con detalles propios de coches de precio y aspiracion­es superiores.

Los más exigentes quizá deberían decantarse por motores de mayor rendimient­o que el del básico diésel, porque el chasis está concebido para mucho más; la dirección eléctrica es demasiado asistida pero el resto acompaña sin rechistar en una conducción dinámica: suspension­es firmes pero no toscas, buenos frenos, aplomo en los apoyos, carencia de balanceos excesivos... En esto también Hyundai ha ganado mucho.

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Hyundai Tucson
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