AS (Las Palmas)

El Atlético se suicida

Al Barça le basta con un buen cuarto de hora para ganar a un Atleti que perdió los papeles Godín y Filipe Luis, expulsados Volvió a aparecer Messi

- SANTI GIMÉNEZ

A veces, marcar pronto un gol es contraprod­ucente. Estaba el Barça sesteando en su campo sin enterarse de que la tela de araña del Atlético tejida por Simeone le estaba comiendo la tostada, cuando de pronto a Koke se le ocurrió la peor idea posible. Adelantar al Atleti en el marcador. A partir de ahí, el equipo de Luis Enrique se desperezó poco a poco, se tomó un café y se dio una ducha fría tras la que decidió entrar en el partido en el minuto 28, que fue la primera vez en la que Oblak tuvo noticia de que el Barça tenía delantera. Dos minutos más tarde, el Barça empataba mediante Messi; ocho minutos después, Suárez marcaba el segundo y mientras el Atlético no entendía nada, Filipe Luis se cargaba las opciones de su equipo al ganarse una roja ‘cum laude’ en una entrada desproporc­ionada a la rodilla de Messi con los tacos por delante. En la segunda, Godín le puso la puntilla a su propio equipo, que con 9 aguantó ante un Barça que decidió volver a la siesta porque al tran-tran, le bastó para ganar un partido por 2-1 que le destaca en la Liga mientras el Atlético se suicidaba tontamente. Tuvo el Atlético el par tido en la mano durante los primeros 28 minutos, en el que el sistema táctico de Simeone ahogó la salida de balón de un Barça desconocid­o. Los blaugrana eran incapaces de sacar la pelota y de conectar con los delanteros, mientras que los del Cholo, perfectame­nte puestos en el campo atraían todos los rechaces. Pero el tanto de Koke desperezó al Barcelona, al que le bastó un cuarto de hora de inspiració­n para destruir todo el trabajo que había desplegado el Atlético. Es lo que tiene el talento frente al esfuerzo. Lo que a uno le cuesta horrores construir, otro lo hace en un decir Jesús.

Y si encima resulta que tienes al enemigo en casa, que es lo que le pasó al Atlético de Madrid, pues la cosa se te complica mucho más. La expulsión de Filipe es tan justa como injustific­able su acción, mientras que la de Godín en la segunda parte es impropia de un futbolista de su experienci­a y calidad. Cayó en la trampa de Suárez como un juvenil y se ganó una segunda amarilla más que justificad­a. Por pardillo. Quién lo diría tratándose de un grande como Godín.

Con nueve.

La expulsión del central uruguayo cortó lo que llevaba camino de ser una reacción heróica del Atlético de Madrid, que con diez en el inicio de la segunda parte jugó mucho mejor que el Barcelona. De hecho, el Barça sólo jugó bien un cuarto de hora y le fue suficiente.

La segunda parte empezó como la primera, con el Barcelona aculado, fallando pases y con el Atlético descarado liderado por un Carrasco que dará que hablar. Pero, milagros, a Lourdes. Con nueve, la misión era imposible y de postre, Augusto cayó lesionado. Ni el Barça más espeso era capaz de dejarse escapar esos tres puntos.

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