AS (Las Palmas)

Un líder que sabe sufrir

Un Sevilla muy valiente pone en apuros a un Barça que se escapa Messi, con un gol maradonian­o, y Piqué, remontan La final de Copa apunta a épica

- GSANTI IMÉNEZ REPORTAJE GRÁFICO FERNANDO ZUERAS, CARLOS MIRA Y RODOLFO MOLINA

El Barça no desaprovec­hó la ocasión de escaparse en la Liga y de igualar el récord de partidos invicto que a día de hoy comparte con el Madrid de Beenhakker tras derrotar por 2-1 en un partido de toma y daca ante un Sevilla desacomple­jado y valiente que buscó en todo momento los tres puntos en el Camp Nou. Obligó el equipo de Emery al de Luis Enrique a dar lo mejor de si mismo. Y eso incluye remontar el gol de Vitolo gracias a un golazo de falta de Messi a lo Maradona y que culminó Piqué en la jugada de continuaci­ón de un saque de esquina.

Con el triunfo ante el Sevilla sigue el Barcelona poniendo proa a una Liga que tiene al alcance de la mano, pero nadie le podrá reprochar al equipo barcelonis­ta que su campaña sea un camino de rosas. Ayer el Barcelona volvió a demostrar que es el mejor porque supo sobreponer­se a un rival que jugó un partidazo de cabo a rabo. El Sevilla puede irse del Camp Nou con la cabeza bien alta y prometiend­o que la próxima final de la Copa del Rey será un encuentro apasionant­e.

Cierto es que el técnico del Barcelona decidió hacer rotaciones respecto al equipo que venía de ganar al Arsenal, pero no lo es menos que necesitó el apoyo del Equipo A para sacar el partido adelante. Alves, Iniesta y Rakitic tuvieron que ingresar en el campo para contener a un Sevilla que planteó un partido de ida y vuelta fiándolo todo a la solvencia de su portero (Rico estuvo sensaciona­l) y a un centro del campo que no dejaba un centímetro a los barcelonis­tas.

Un gato salvaje. Desde el inicio del encuentro el duelo fue un partidazo en el que el Barcelona trataba de controlar un gato salvaje. El Sevilla nunca se dejó adormecer por el intento culé de mantener largas posesiones y salía a la contra con una fiereza insospecha­da que se basaba en la solvencia defensiva de sus zagueros, en especial, Tremoulina­s.

En una de estas jugadas a 200 por hora que ejecutaba el Sevilla, encontró una superiorid­ad en la banda izquierda en la que Krohn-Deli asistió a Vitolo que fusiló a Bravo. Con el 0-1 en el marcador, el Barça se quedó la pelota y asedió el área rival. El culo de Suárez, que tantos puntos ha dado al Barça provocó la falta de Rami que diez minutos después del tanto del Sevilla le sirvió a Messi para poner el estadio en pie. Minutos antes, el argentino había intentado un gol olímpico al primer palo que Suárez había enviado al larguero en el rechace.

Con el empate a uno se llegó al descanso y el Barcelona aprovechó de nuevo su salida habitual en tromba para marcar el segundo tanto mediante Piqué. Cualquier otro equipo se hubiera rendido, pero el Sevilla fue un rival tremendo. Los de Emery, lejos de dar el partido por perdido volvieron a la carga contra Bravo, que tuvo que salvar el empate ante Gameiro.

Cada cambio del sevillista estaba programado para subir las revolucion­es de un partido que el Barça no sabía como dormir. Tuvo en los minutos finales del encuentro el dominio de la situación el Sevilla, mientras que el Barcelona buscaba la puntilla en las contras de Neymar y Suárez. El único que decidió que no se tenía que correr más era Messi, que apostó con la ayuda de Iniesta y de Busquets por esconder el balón. Y así, se llegó al final de un partido que dispara al Barcelona, que le sirve para igualar a un récord y que le recuerda que para ser el mejor, hay que sufrir. Pero si tienes a Messi en el modo Maradona, el sufrimient­o, es menos.

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