AS (Las Palmas)

La Juve espera en Cardiff

Selló su pase a la final con goles de Mandzukic y Alves

- MIRKO CALEMME LA CRÓNICA

Solvencia Allegri se permitió el lujo de dar descanso a Dybala en el minuto 54

No hubo sorpresas, como casi siempre en el Stadium: la Juventus accede a su novena final de Champions derrotando 2-1 a un Mónaco que no se rindió nunca, pero claramente inferior a su rival. Un premio merecido para los de Turín, que llegan a Cardiff imbatidos y con sólo tres goles encajados.

Allegri se presentó con su esperado once, mientras que Jardim renunció a Lemar, Fabinho y Dirar (lesionado en el calentamie­nto), sustituyén­dolos con Raggi, Moutinho y Mendy. El comienzo parecía haberle dado razón: los del Principado encerraron a la vecchia signora en su área e hicieron temblar el Stadium con un poste de Mbappé (no habría sido gol, el linier había señalado fuera de juego) y un chut de Falcao. La situación, para los locales, pareció empeorar cuando Khedira, en el 10’, sufrió una lesión muscular y le tuvo que dejar su sitio a Marchisio. La ilusión del Mónaco, no obstante, se acabó muy pronto.

Los italianos, de hecho, dejaron desahogars­e a sus rivales, siguiendo el guión que había anticipado Jardim en la víspera. La búsqueda desesperad­a de un tempranero 0-1 era previsible, y cuando se acabó el ímpetu de los visitantes, el campeón italiano sentenció. Avisó con Higuaín (que desperdici­ó solo ante Subasic), y luego golpeó con Mandzukic: el croata, en el 33’, aprovechó un genial centro de Dani Alves con un testarazo que el meta rival neutralizó entregándo­le otra vez el balón, y en el rechace el exdelanter­o del Atlético no falló.

El gran protagonis­ta, no obstante, fue el mismo Dani Alves, que después de haber firmado tres asistencia­s entre ida y vuelta, marcó el 2-0 con una maravillos­a volea desde fuera del área antes del descanso tras un mal despeje de Subasic.

El partido, básicament­e, se acabó allí: en la reanudació­n los de Jardim buscaron el llamado gol del honor, ante una Juve que hasta se permitió el lujo de dar descanso a Dybala. Tras 690 minutos sin encajar ninguno, los italianos concediero­n un tanto: lo marcó justo Mbappé, que empujó entre palos un centro raso de Moutinho. A partir de entonces aumentó la tensión en el césped, con alguna acción antideport­iva (Glik pisó en el muslo a Higuaín, que volvió al campo enfurecido), pero el marcador no volvió a moverse. La Juve se va a Cardiff a jugar su segunda final en tres temporadas. Esta vez, teniendo conciencia de haberse hecho mayor.

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FESTEJO BIANCONERO. Los jugadores de la Juventus celebran su clasificac­ión para la final de la Champions.
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