El Citroën C3 apuesta por un diseño original
La marca gala le otorga un carácter diferenciador por completo a esta nueva generación de su utilitario, que convence en algunos aspectos importantes pero no tanto en otros
Citroën le ha dado la vuelta por completo a su utilitario C3. Deja atrás el concepto del anterior, con cierto aire de monovolumen, proponiendo una caja muy diferente de 3,99 metros de longitud e inspirada en el estilo de su hermano mayor
C4 Cactus que tan buena acogida ha tenido en el mercado.
El resultado es un coche posicionado correctamente en precio en su segmento (no es el más barato pero tampoco el más caro) y que en su utilización genera sensaciones contrapuestas: convence en algunos aspectos importantes aunque no lo hace tanto en otros quizá menos determinantes. Su diseño, por ejemplo, es original, divertido y diferenciador, algo que se agradece cuando la uniformidad es la norma habitual en esta industria. Llaman la atención su poderoso frontal y las piezas plásticas de protección en las puertas, además de la posibilidad de combinar nueve colores de carrocería con tres de techo.
El incremento en las dimensiones respecto a su predecesor se traduce en una mejor habitabilidad. La ganancia no es tanto en espacio para las piernas (algo justo en las plazas posteriores) como en anchura, en los asientos delanteros y en los traseros. El maletero tiene una correcta capacidad y es bastante aprovechable por la regularidad de sus paredes, aunque el borde de carga es alto y complica un poco el acceso.
Los acabados son óptimos mientras que la calidad general convence menos por algunos de los plásticos utilizados. El equipamiento de la versión superior Shine es muy completo especialmente gracias a elementos de seguridad propios de coches de categoría y precio superiores.
El motor de gasolina Pure
Tech de 82 CV de potencia es un tricilíndrico que cumple para una utilización urbana pero se queda corto para otros cometidos. No gasta mucho pero tampoco es refinado de funcionamiento, incluyendo que resulta ruidoso. Además, en carretera reviradas las suspensiones blandas penalizan el comportamiento con un balanceo que es molesto si se rueda a buen ritmo. La ciudad, por tanto, es su entorno preferido.