AS (Las Palmas)

Higuita, Italia 90 y un amargo recuerdo de Camerún

- —SARAH CASTRO

■ Del Mundial de Italia 1990 quedó un gol que validó a una leyenda y que hizo tambalear a otra. Fue en los octavos entre Colombia y Camerún. Dos equipos que se ganaron la simpatía por su fútbol y por sus jugadores. Higuita, Valderrama, Escobar. La expresión del juego asociado con melenas, pelota al piso, medias bajas. Nkono, Omam-Biyik y Roger Milla. Juego físico, velocidad, más músculo en las divididas. El 0-0 y a la prórroga. Con 38 años, Milla se ajustó la armadura de goleador inoxidable. Marcó el 1-0 a los 106’ con un zurdazo potente y arriba del primer palo. A los 108’ llegó a los pies de Higuita un pelotazo largo e inofensivo de los africanos. A 30 metros de su arco, pudo responder de la misma manera, pero eso hubiera sido traicionar su instinto tantas veces celebrado. Entonces hizo lo de siempre, pase al compañero para armar el ataque. Luis Carlos Perea devolvió la pared pero la experienci­a de Milla lo llevó a atacar ese pase y robó la pelota para el 2-0. La carrera de René por alcanzarlo fue en vano. El goleador facturó y festejó en el banderín del córner con su baile de cadera, mano derecha al pecho e izquierda arriba. El mismo que los hijos de Valderrama, su compañero en Montepelli­er, imitaban en el patio de su casa en Francia. A los 115’ Redín descontó, pero era demasiado tarde. Colombia fue eliminada y Camerún avanzó a cuartos. Roger se hizo más ídolo en su país, Higuita se repuso y después hizo el escorpión en Wembley, “El Pibe” se cruzó con el verdugo y trinó “Reencuentr­o con el gran Roger Milla, excompañer­o del Montpellie­r y nos metió el gol en el 90, todo bien, todo bien”. El partido quedó para siempre en la memoria.

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