AS (Las Palmas)

Venus, de un posible fin en 2011 a optar a otro Grand Slam

El último, Wimbledon en 2008

- N. ALBARRÁN /

EI último día de agosto de 2011, Venus Williams anunció en el US Open que le había sido diagnostic­ado un extraño síndrome de nombre impronunci­able, Sjögren —enfermedad crónica autoinmune que daña el nivel de energía, causa fatiga y dolor en las articulaci­ones—, que hizo que su rendimient­o, ya en recesión desde 2010, bajase mucho esa temporada. Ella, una permanente top-10 del circuito femenino, cayó a la posición 103 del ranking. Parecía el fin de su brillante carrera, adornada hasta entonces con 43 títulos, siete de ellos en Grand Slams.

Sin embargo, la mayor de las Williams ganó el partido contra esa extraña patología, mientras su hermana Serena triunfaba, y poco a poco recuperó sensacione­s y resultados. Fue una larga travesía por el desierto en la ganó los otros seis títulos que atesora, todos menores, hasta que en enero de este año volvió a la primera plana al clasificar­se para la final del Abierto de Australia. Perdió ante su hermana, pero había vuelto. “Para mí la vida estos últimos años ha sido todo el tiempo una apuesta continua sobre mí misma. No se trata de ganar siempre, sino de darme las mejores opciones sin importar las circunstan­cias”, explicó Venus tras vencer a Konta y ponerse en posición de ganar otro Grand Slam seis años después de que su actividad deportiva corriera peligro. A Wimbledon llegó con otra losa, la muerte de un anciano de 78 años en un accidente de tráfico en el que estuvo involucrad­a en junio. Lloró ante la prensa y se levantó.

Síndrome En 2011 se le diagnostic­ó una rara enfermedad autoinmune

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RELAJADA. Venus, ayer en Wimbledon.

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