La mejor Ona de siempre es de plata en Budapest
Fue segunda en solo técnico y está a una medalla de Mengual (20)
Contenta “Me quedé cerca de la rusa y el viernes le gané en artístico”
Como estaba previsto, Ona Carbonell se colgó la medalla de plata en la rutina de solo técnico en el Mundial de Budapest. Pero lo hizo ofreciendo su mejor versión, a menos de dos puntos de Rusia. La medalla 19. Mengual cuenta con 20.
En cada coreografía de Ona Carbonell transcurre una historia. No solo importan los elementos técnicos, sino la continuidad en las figuras, la amplitud de los movimientos y la expresión en cada gesto. Un hilo conductor que Carbonell domina con madurez a sus 27 años y que le llevó a colgarse la plata en la final del solo técnico del Mundial de Budapest con una coreografía diferente, emotiva, interpretada sin fisuras. Ona fue escurridiza como una serpiente, se deslizó por la piscina situada en el Parque de la Ciudad de Budapest al compás de las notas de la película La última tentación, bajo los acordes de Peter Gabriel, mejorando la actuación de las eliminatorias (93.6534), más cerca que nunca de la dictatorial Rusia.
Consolidada como una de las divas de la sincro, solamente Kolesnichenko la superó por un margen pequeño (95.200). El bronce se lo llevó al final la ucrania Voloshyna (91.9992) con emoción ante la japonesa Inui (91.740). La elegancia ucrania le dio la vuelta a la precisión nipona.
Emocionada. “Estoy muy contenta. El viernes gané a la rusa en impresión artística y eso nunca había pasado. Me quedé cerca de ella en general. Mejoré todo. Mucha gente nos ha dicho que estaba muy próxima a la rusa”, comentó Carbonell, quien desde que debutara como solista del equipo español en los Mundiales de Barcelona 2013 ha ido puliendo sus defectos, reforzando sus virtudes y creando una manera de actuar particular, elegante y sentimental. Sus estudios de diseño y su pasión por el arte la han convertido en una vanguardista del agua, gracias a que se ha centrado en esculpir su figura y priorizar siempre el aspecto artístico sin descuidar el técnico. Ona se ha entregado a esta prueba, como lo hiciera Virgine Dedieu, una de sus entrenadoras, en Francia entre los 90 y primeros de siglo, la última mujer en ganar al imperio ruso. “Tiene mucho mérito estar ganando medallas durante seis Mundiales”, añadió.
La apuesta de Ona le ha hecho desplazarse de las rutinas de equipo y centrarse en el solo y en el dúo. Lejos queda aquella nadadora de 2013 que logró por primera vez en la historia ganar las siete medallas que hay en juego en los Mundiales. Una proeza muy dura. Ahora disfruta con otro medalla en el solo, su decimonovena en un Mundial, a solo una de una de sus maestras, Gemma Mengual. Le queda el miércoles la final del solo libre y los dos dúos. Puede hacer historia.