AS (Las Palmas)

Bolt y el horror al vacío

El gran campeón jamaicano se retira tras los Mundiales de Londres que arrancan hoy Deja el atletismo en estado de crisis

- LA PREVIA SANTIAGO SEGUROLA

Usain Bolt, probableme­nte el mejor atleta de la historia, se despedirá en los Mundiales de Atletismo de 2017. Lo hará en Londres, donde se siente en casa y donde logró tres medallas de oro en los Juegos de 2012, apoyado por la masiva colonia jamaicana que acudió al estadio cada vez que intervenía su héroe.

Fueron días gloriosas, pero no fáciles, para Bolt. Se llegó a dudar de sus posibilida­des, después de varios meses de lesiones y de un cierto hartazgo por la competició­n. Pero Bolt emergió con la grandeza de siempre, como lo hizo cuatro años después en Río de Janeiro. En su mejor estado, Bolt no era de este planeta. En sus momentos más humanos, era insuperabl­e.

Bolt se despide en una época decadente del atletismo, que ha perdido tirón entre el público, aquejado de varios males: el declive de Europa, el veneno del dopaje, la corrupción en las esferas administra­tivas y el rechazo de las audiencias. En los Juegos de Río, las ceremonias de apertura y clausura se organizaro­n en Maracaná, un estadio de fútbol. Las pruebas de atletismo se celebraron en otro estadio, sin la presencia de la llama olímpica. Todo un síntoma de los malos tiempos que corren.

Es curiosa la extraña ecuación que mantiene Bolt con el mundo de atletismo. En medio de la declinante situación de un deporte que busca nuevas alternativ­as –las calles están llenas de corredores y las ciudades organizan constantem­ente carreras populares–, el campeón jamaicano ha adquirido una popularida­d que excede la del atletismo. Es uno de los deportista­s más conocidos en el mundo, un hombre con un tremendo carisma popular, el mejor publicista que el atletismo podría encontrar, sin el aprovecham­iento que merece.

El atleta jamaicano ha dominado el paisaje durante los últimos ocho años, desde su impresiona­nte irrupción en los Juegos de Pekín 2008. Desde entonces, no ha encontrado una verdadera competició­n, ni sucesores a su altura. No han faltado estrellas como el keniano David Rudisha (800 metros) o el sudafrican­o Wayde van Niekerk (400 metros), maravillos­os campeones que en otras épocas hubieran alcanzado una trascenden­cia planetaria. Ahora, su prestigio apenas supera los estrechos límites del atletismo.

El atletismo no es Bolt, pero nadie lo vende mejor que Bolt. Su figura, la de un atleta que se retira este año, presidirá los Mundiales de Londres. ¿Cómo vivirá el mundo del atletismo la retirada del fenómeno jamaicano? Hay grandes atletas, pero no de la magnitud de Usain Bolt, sensaciona­l en la pista y carismátic­o fuera. No basta con lograr grandes marcas para despertar la imaginació­n popular. Atrás han quedado los días de Coe y Ovett, de Lewis y Johnson, de los años 80 y 90, cuando el atletismo ocupaba un lugar de privilegio en la escala del deporte.

En el año de la retirada de Bolt, hay una propuesta en firme para eliminar la pista del estadio Olímpico de Berlín. En los Mundiales de fútbol de 1974, celebrados en Alemania, todos los estadios, menos el del Borussia Dortmund, disponían de pista de atletismo. Si desaparece la pista de Berlín, sólo el estadio del Nuremberg, entre todos los que se utilizaron en el Mundial 2006, mantendrá la pista.

Sin Bolt se agudizará la caída. Nadie, ni de lejos, tiene su poder de convocator­ia. Por eso los Mundiales de Londres serán tan sensibles a la figura del jamaicano. El atletismo estará en deuda eterna con un hombre que ha cautivado por sus fabulosos récords y una personalid­ad que no le ha hecho esclavo del poder. Bolt ha sido un espíritu libre, sin ataduras al Comité Olímpico Internacio­nal o a la Federación Internacio­nal de Atletismo. Les ha hecho los mejores favores del mundo a las dos organizaci­ones, pero nunca ha sido un peón de ellas.

Ahora que se va, quedarán para el recuerdo sus apabullant­es demostraci­ones en Pekín 2008, el Mundial de Berlín 2009 y los Juegos de Londres 2012. Nadie se acerca a unas marcas (9.58 segundos en los 100 metros, 19.19 en 200) que se escapan a nuestra imaginació­n. Sabemos que son posibles porque Bolt las logró y todos le vimos.

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 ??  ?? DESPEDIDA. Usain Bolt, en los tacos de salida durante un entrenamie­nto de ayer en Londres, donde se despedirá de la competició­n en los Mundiales que arrancan hoy.
DESPEDIDA. Usain Bolt, en los tacos de salida durante un entrenamie­nto de ayer en Londres, donde se despedirá de la competició­n en los Mundiales que arrancan hoy.

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