AS (Las Palmas)

Un Madrid súper

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La sola presencia de Cristiano, enorme, encendió el Clásico e impulsó el gran triunfo del Madrid ante un Barça que sólo asomó cuando el árbitro le regaló un penalti...

Éxtasis vikingo. El sueño de una noche de verano se cumplió en el Camp Nou. Un estadio plagado de camisetas merengues (los turistas lucieron orgullosos sus zamarras blancas) asistió a un triunfo imperial de esa fábrica de ilusionar regentada por Zinedine Zidane. Cuando marcó Piqué

en propia puerta ya empezó a fabricarse un triunfo que será recordado durante mucho tiempo. Piqué llevaba varios Clásicos buscando un gol reivindica­tivo en el Bernabéu, pero el destino le castigó con un autogol en casa ante su eterno rival. Ya se imaginan los chistes de mi legión de amigos merengues: “La Supercopa se queda”. “Piqué, contigo empezó todo...”. El Madrid disfrutaba de su ventaja sin necesidad de tirar todavía de su gran estrella. Cristiano esperaba agazapado en el banquillo para dar la puntilla y recordar al mundo entero quién es el auténtico number one. Y lo hizo con un gol majestuoso sólo al alcance del vigente y futuro

Balón de Oro. Y llegó el descabello con otra joya firmada por

Marco Asensio, un futbolista de culto que exige la titularida­d con goles sólo a la altura de los elegidos por los dioses del Olimpo

del fútbol. El 1--3 era el premio justo a un equipo que se sobrepuso a unas decisiones calamitosa­s de De Burgos Bengoetxea. Me explico...

Arbitraje calamitoso. No es normal que con 0-1 el árbitro meta al equipo perdedor en el partido regalándol­e un penalti por el enésimo piscinazo de Luis Suárez. El uruguayo se trasladó en la máquina del tiempo a la noche del PSG (Neymar no estaba todavía por París) y se tiró de forma clamorosa ante la salida de Keylor. No hubo ni contacto. Suárez dio dos vueltas de campana. Eso siempre es sospechoso. En el Carrusel de la SER unanimidad en todos los frentes. Desde Iturralde (se dio cuenta rápido de la treta del charrúa) al otro Luis Suárez (el maestro del Inter y único español con el Balón de Oro), pasando por Dani Garrido y cía. Eso no es penalti nunca. Pero el 1-1 espoleó al Madrid. Y a Cristiano. Su golazo en el 1-2, quebrando la cintura de Piqué y buscando la escuadra de Ter Stegen, es de los que ponen en pie a todos los madridista­s. Pero a De Burgos le dio por interrumpi­r el festival. En una acción en el área azulgrana Umtiti pugna con Cristiano, le carga y le mete el brazo. Puedes pitar o no pitar penalti, pero sacarle la amarilla por interpreta­r que se ha tirado es muy fuerte. Eso es cargarse el espectácul­o. Pero quedó claro que 24 minutos de Cristiano es puro caviar. Hubo Clásico mientras estuvo él en el campo. Hasta Messi, abúlico hasta su entrada, pareció esperarle...

El Sextete. Sé que aún hay que rematar la faena el miércoles en el Bernabéu. En fútbol nada es imposible. Pero va muy bien encaminado el segundo título del Sextete anhelado. Como escribió el gran novelista brasileño Paulo Coelho “la posibilida­d de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesant­e”. Hay que creer y hay motivos y argumentos (futbolísti­cos y emocionale­s) para confiar en la tropa de Zizou, decidida a consumar una hazaña sin precedente­s. Ningún equipo ganó jamás seis títulos en la misma temporada. ¡A por el Sextete!

Afición eufórica. Este maravillos­o 1-3 va sobre todo por mis vikingos de Cataluña. Las peñas El Vendrell i Baix Penedés (preciosa la nueva sede), Vilanova del Camí, Sant Vicenç del Horts, El Prat, Tortosa y Juanito de Barcelona. Y va por la peña Los Elegantes de Honrubia. Verano azul, como la camiseta del Madrid. Qué gozada, amigos.

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