AS (Las Palmas)

De cinco en cinco

Tercer triunfo de Trentin y quinto del Quick Step Hoy, La Pandera

- JUAN GUTIÉRREZ

Matteo Trentin es el pichichi de la Vuelta 2017. Lo mismo gana en un embalaje llano, que en una fuga, que en un sprint en cuesta... En esas tres variantes ha sumado su tres victorias: Tarragona, Alhama y Tomares. También es el quinto triunfo del Quick Step, que se pasea por las grandes de manita en manita: cinco etapas en el Giro (cuatro de Gaviria y una de Jungels), cinco etapas en el Tour (todas de Kittel) y las cinco que, de momento, lleva aquí (tres de Trentin, una de Lampaert y otra de Alaphilipp­e). Esta meta sevillana precedió a un fin de semana también íntegramen­te andaluz, con metas en alto en La Pandera (hoy) y Sierra Nevada (mañana). Tiempo para otros protagonis­tas, para una nueva pelea de gallos.

Nunca pensé que iría a escribir lo que viene a continuaci­ón, pero de vez en cuando apetece, en pequeñas dosis, eso sí, presenciar algún que otro sprint. Hubo un tiempo cercano en el que las grandes ofrecían un guión calcado en un abanico de siete a diez de sus etapas: escapada larga, caza de los equipos de los velocistas, y final en una llegada masiva. Soporífero y repetitivo, las cosas como son. El Giro y, sobre todo, la Vuelta idearon fórmulas para romper esa monotonía. Últimament­e, también el Tour. Se agradece.

En la Vuelta, presenciar un sprint es como acudir al zoo para ver una especie en extinción. En este certamen sólo se han celebrado dos: Tarragona y Tomares. Lampaert impidió otro en Gruissan. La de ayer no fue una volata tradiciona­l, faltaría más. A la Vuelta le crecen cuestas hasta en las puertas de los hoteles. La meta picaba hacia arriba en sus últimos tres kilómetros. No bastaba con una buena punta de velocidad, había que ser potente y explosivo, mejor con un equipo en forma.

Calentón.

Trentin disponía de todo eso. En la preparació­n de la llegada, Jungels evitó los aguijonazo­s de otros rivales, dispuestos a romper la dictadura del Quick Step. Jungels ha sido sexto y octavo en el Giro, además de maglia rosa… Un lujo tenerle de gregario. Igual que al hombre que tomó su relevo, Alaphilipp­e, el vencedor en el Xorret de Catí. Esos fueron los lanzadores del italiano, que no falló en el remate. Hat-trick.

El calentón final rompió el pelotón y sólo quince hombres entraron en el grupo de cabeza. Ahí se metieron casi todos los que tenían que estar: Froome, Nibali, Chaves, Contador… Pero el corte sorprendió a tres ciclistas del top-ten, De la Cruz, Zakarin y Superman López, que se dejaron siete segundos.

El resto del guión se cumplió, más o menos. Hubo una escapada de cinco ciclistas, con dos machacas habituales, De Marchi y De Gendt, además de Gougeard, Villella y Courteille. Sin españoles a la vista. En el pelotón, Froome rodaba con una rodilla vendada, fruto de sus caídas del jueves. A la par, Irizar y Theuns, dos colegas de Contador, cantaban la Bamba para las cámaras de TVE. Ya habrá tiempo de sufrir. Quien no estaba para fiestas era Omar Fraile, dos veces rey de la Montaña, que se retiró un día después de haber sido segundo en Antequera. El vasco arrastraba un virus desde el inicio de la carrera, que ha dejado al Dimension Data en cuadro: tres corredores. Entre ellos, Igor Antón, ganador en Valdepeñas de Jaén en 2010. Ahí lo dejo caer, por si aún puede darle una alegría en La Pandera al castigado equipo africano.

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PAISAJE. El pelotón de la Vuelta llegó desde Coín hasta Tomares y las carreteras dejaron estampas típicas del campo andaluz.
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