AS (Las Palmas)

El final soñado

Alberto Contador conquistó el Angliru en su despedida del ciclismo

- JUAN GUTIÉRREZ

Apoteósico cierre. El final soñado. Alberto Contador conquistó el Angliru en su adiós al ciclismo. No pudo acompañar el éxito con el podio, pero qué importa eso. Contador se lleva a casa la foto de su último disparo, el aliento del público en cada agónica pedalada en las míticas rampas asturianas, donde ya había ganado en 2008, cuando estaba en su esplendor. Chris Froome se coronará hoy por fin en Madrid como campeón de la Vuelta a España. Se lo merece. Pero quien hizo vibrar ayer a los aficionado­s, quien puso la piel de gallina, quien acapara los principale­s titulares es Contador, que se marcha por la puerta grande. Inmenso.

“¡La última batalla!”, había escrito Alberto Contador por la mañana en las redes sociales. Era su día. Hoy o nunca. Con siete grandes rondas en su palmarés (tres Vueltas, dos Tours y dos Giros), no tenía que demostrar ya nada. Pero necesitaba esa última jornada de gloria, la necesitába­mos todos. Y se la había trabajado a pulso durante toda la carrera. Contador ha atacado etapa tras etapa. El ciclismo es bello por valientes como él. Nadie pasa a la historia por ir a rueda.

La etapa era corta: 117 kilómetros. Si Contador quería aspirar a la victoria, no podía permitir que la escapada de turno tomara mucha ventaja. El Trek-Segafredo se encargó de mantenerla a tiro. Llegó el primer puerto: la Cobertoria. Lluvia y desgaste. En el descenso se quedó Miguel Ángel López, un rival menos. Llegó el segundo puerto: el Cordal. La carrera se enciende. Contador puso a Jarlinson Pantano al frente del grupo de favoritos. Hacia arriba y, sobre todo, hacia abajo. Ambos abrieron hueco en el descenso, una especialid­ad en la que Froome titubea si el suelo está mojado. Vincenzo Nibali, el aspirante, sufrió una caída. Se levantó, pero ya dolorido y asustado. Peor golpe se llevó David de la Cruz, directamen­te al hospital.

Llegó el puerto final: Su Majestad el Angliru. Pantano y Contador iniciaron la subida con 40 segundos. El madrileño fue remontando escapados. Alguno le echó una mano. Con reverencia. Hubo momentos muy simbólicos en esos tramos iniciales, cuando rodó junto a Enric Mas y Marc Soler. El futuro del ciclismo español. Unos vienen y otros se van. Soler le siguió hasta donde pudo: exactament­e hasta que faltaban 5,4 kilómetros. Ahí, Contador se quedó en solitario en busca del final soñado. No es su mayor gesta. Sí la que más nos ha llegado al corazón.

Froome coronado. No fue fácil. A tres kilómetros, Contador sufría de lo lindo, perdía frescura y agilidad en el pedaleo. Luego dijo que no podía ponerse de pie por el público… Pero el público fue también quien le impulsó hacia la gloria. Las referencia­s del GPS se reducían alarmantem­ente. Froome venía con su compañero Poels, camino de su propio sueño: la Vuelta a España. El tiempo se hacía eterno. ¡Vamos, Alberto! Y Alberto sacó su pistola. ¡Boom!

Ya en el podio, Froome le buscó y le abrazó. Sonrientes ambos, a cual más feliz. Froome por fin ha cumplido su desafío. Nibali y Zakarin le acompañará­n en el podio. Contador se despide con una victoria heroica. Y cada uno, Alberto y Chris, ha hecho grande al otro porque han rivalizado en esta Vuelta.

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LA ÚLTIMA CABALGADA. Alberto Contador recibió el aliento incondicio­nal de los aficionado­s durante la subida al colosal Angliru. Ya es leyenda.
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