AS (Las Palmas)

Cinco Balones de Oro y cinco goles

- ALFREDO RELAÑO

Se jugó solo un tiempo, pero ¡qué tiempo! El Sevilla se llevó cinco antes del descanso. Cinco goles como cinco soles que el Madrid fue transforma­ndo con facilidad. Dos de ellos de Cristiano, el segundo de penalti, con lo que eleva a 27 sus goles marcados al Sevilla, en 18 partidos. Algo colosal. Antes del partido se retrató con sus cinco Balones de Oro. Luego, se marchó en el 75', entre una gran ovación. Reconcilia­do con el gol, consigo mismo, aclamado. Como todo el Madrid, que se dio en ese primer tiempo el primer gustazo del año. Los goles que en otros partidos no entraban, entraron en este. Inyección de energía positiva de cara al Mundialito. Claro, que el Sevilla lo puso fácil. Los que más lo siguen se quejan de que con frecuencia entra frío a los partidos. Esta vez entró y salió igual de frío. Andando se puede dar la vuelta al mundo, pero no se puede ganar un partido. Sergio Rico se llevó cinco y puede decirse que fue el mejor. Banega no agarró el hilo del juego, Navas, que empató con Blanco a 415 partidos vestido de sevillista, tuvo un partido para olvidar, lo mismo que Nolito. Pero lo peor fue atrás: frialdad, descolocac­ión, facilidade­s... Por suerte para el Sevilla, el Madrid salió a pasear en la segunda parte. Hoy viaja a Abu Dhabi y la segunda parte fue un entrenamie­nto suave. Zidane había sorprendid­o de salida al dejar fuera a Isco. Eso dio ocasión de jugar a Asensio, que estuvo bien. Todos lo estuvieron, en realidad, pero remando río abajo, en un partido cómodo. Nacho, la solución que nunca falla, abrió el marcador. Achraf se mostró de nuevo dinámico y con espíritu y hasta marcó un gol. Vallejo no desmereció. En la segunda mitad fueron apareciend­o Llorente, Ceballos e Isco, a los que Zidane quiso lanzar un guiño, sobre todo a los dos primeros. No contó con ellos en un día de tantas ausencias, pero les mandó el mensaje de que están en la antesala. En fin, una tarde feliz para el Madrid, que la andaba necesitand­o.

“...ELEVA A 27 SUS

GOLES MARCADOS

AL SEVILLA EN 18

PARTIDOS. ALGO..."

contribuye­ndo a esa coreografí­a tan lograda. Kroos, que hizo un gol, y Modric quitaron, mandaron y llegaron. Y Lucas Vázquez y Achraf trazaron también un magnífico plan por la derecha. El marroquí, una fuerza de la naturaleza a la que habrá que apuntar a un máster de centros templados, fue una locomotora en sus llegadas. En una de ellas firmó el quinto antes del descanso. También chuparon cámara los centrales. Vallejo, a la cola de la plantilla y sin plaza en el Mundialito, ofreció anticipaci­ón, colocación e impermeabi­lidad a los errores. Es alternativ­a.

Ese Madrid de larguísima­s extremidad­es fue desaliñand­o extraordin­ariamente al Sevilla, con una defensa de cartón piedra, sin auxilio de los centrocamp­istas, con su fichaje estrella, Muriel, de adorno prenavideñ­o y regalando un penalti cuando ya sólo le quedaba el clavo ardiendo. Un desastre que venía barruntánd­ose: sus cuatro derrotas en la Liga fueron en estadios grandes (Wanda, San Mamés, Mestalla y Camp Nou).

Para el fin de fiesta llegó Benzema, que a favor de obra siempre resulta aunque pedirle un gol resulte una falta de educación. Zidane cambió de pulmones y premió a Marcos Llorente y Ceballos para acabar con un centro del campo íntegramen­te español y Marcucci fue haciendo de cada cambio un paraguas para malprotege­rse del chaparrón. El Madrid vuela hacia el Mundial de Clubes otra vez a la velocidad del sonido.

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