Un auténtico dolor de muelas para los dos equipos
Cayó la bomba del sorteo. Ningún madridista quería que el PSG nos tocara en una eliminatoria tan lejana aún de la final de Kiev. Pero me da que también en París hay mucho tembleque, que se ha desatado desde que han visto su bola equiparada a la del campeón de tres de las últimas cuatro ediciones de la Champions. Ninguno de los dos quería verse ahora las caras, pero como me gusta decir a mí: “No hay gloria sin sufrimiento”. Fuera miedos.
Para Zidane y sus chicos es un reto especial hacer frente a este PSG construido a golpe de talonario, con ese tridente de ataque que ha deslumbrado en lo que va de Copa de Europa: Mbappé (que pudo ser del Madrid este verano), Cavani (lanzado a por la Bota de Oro) y Neymar (que es un viejo sueño de Florentino) forman un ataque demoledor, con Rabiot, Verratti y Motta construyendo un muro en la medular y una defensa con el eterno Alves dando guerra por la banda derecha y Marquinhos mandando en el eje. Sólo flaquean en la portería (Areola). Ahí debe aprovechar el Madrid, con Cristiano al frente, las debilidades de un rival al que le falta experiencia en estos grandes duelos.
De nuevo Emery se jugará su prestigio con la fama de amarrategui que se ha ganado por amedrentarse en los grandes días. El jeque ha deslizado que podría despedirle en los próximos meses. Lo que está claro es que jugando la vuelta en París, se torna decisivo el encuentro del Bernabéu. Cuento con Cristiano, que la pasada semana recogió su quinto Balón de Oro en París, muy cerca de la casa del PSG. Una metáfora de lo que puede ocurrir en el cruce más esperado de la Champions. ¿Se imaginan de nuevo a Cristiano coronándose en la Torre Eiffel? Quién sabe si ese día pondrá el portugués la primera piedra para ese sexto Balón de Oro que ya ha profetizado…