AS (Las Palmas)

La salida en 4-1-3-1-1

Este sistema mejora la creación del Barça; el Madrid, más vertical

- JAVIER SILLÉS

Real Madrid y Barcelona asisten al Clásico bajo unas coordenada­s distintas en lo que se refiere a la iniciación de la jugada y al posicionam­iento medio. Mejor organizado el equipo azulgrana en la construcci­ón desde atrás con Valverde. Modric y Kroos son decisivos en la fluidez madridista.

Peso de los interiores. La evolución del Madrid acabó por asemejar su propuesta a la del Barcelona, aunque se aprecian matices diferentes en la construcci­ón de la jugada. La salida madridista es más vertical y pretende saltar líneas en menos tiempo (promedia 35 pases menos que su rival en los primeros 30 metros). En el 4-4-2 en rombo de Zidane, los interiores (Modric y Kroos) lideran la zona de creación. El alemán forma un eje con Ramos y Casemiro sobre el que se consolida la primera transición de ataque. A los lados de Busquets. Isco también se retrasa para dotar de fluidez al Madrid, pero su principal aportación asoma cuando se convierte en un jugador decisivo entre líneas. El Clásico le puede proporcion­ar un rol capital si logra interpreta­r los espacios que se generan a los lados de Busquets, que no puede llegar como es lógico a todos los sitios. Paulinho se proyecta hacia delante y él queda demasiado desprotegi­do como pivote único. Benzema y Cristiano también se intercalan en esos territorio­s y se ofrecen como receptores.

Acoso tras pérdida. El nuevo diseño táctico de Valverde ha reformulad­o el concepto de presión en el Barça que parecía haber quedado en el olvido. El estrechami­ento de las distancias entre jugadores y su posicionam­iento sobre el terreno de juego le permite robar en campo rival. La primera parte de Mestalla fue una exhibición de eficacia en este registro. Dos líneas de siete hombres en total, con Busquets como pieza clave por detrás en el achique de espacios, y continuos dos contra uno y hasta tres contra uno. Máxima agresivida­d de Luis Suárez, Paulinho, los interiores (Rakitic e Iniesta) y de Jordi Alba y Sergi Roberto.

Carriles abiertos. El Madrid puede encontrar amplitud y una vía de escape en las bandas ante el habitual hostigamie­nto sin balón del Barcelona. El avance de Carvajal y Marcelo siempre causó dificultad­es al engranaje culé. Más importanci­a tiene el lateral derecho en la iniciación de la jugada (nueve pases más que el brasileño). Iniesta y Rakitic, con la primera ayuda de Luis Suárez, basculan para interrumpi­r a los laterales.

Determinan­te Messi. La mejora en la salida de balón del Barcelona no tendría sentido sin el desequilib­rio que ofrece Messi después. Sus rupturas en conducción y sus asociacion­es cercanas en el último tercio del campo con los centrocamp­istas, Luis Suárez y Jordi Alba protagoniz­an los ataques azulgrana. Forma un vínculo exitoso y prolífico con el uruguayo y el lateral izquierdo, sus socios preferidos. Suárez fija y arrastra a los centrales rivales y Messi asiste para las aparicione­s de Alba por el carril izquierdo o en el área.

Zonas intermedia­s. Messi se inserta entre la defensa y medular rival y desde ahí activa la ofensiva. La autoridad del argentino en esa posición enlaza con la debilidad del Madrid. Zidane impone un 4-13-2 en fase defensiva, quedando la espalda de Modric y Kroos descubiert­a si Casemiro no rectifica las ausencias de estos. Zidane redujo las vigilancia­s sobre Messi en el 2-3 de abril. Se espera un sistema de coberturas del Madrid, dirigido por Casemiro, para frenarle en lugar de un marcaje al hombre como el de Kovacic en la Supercopa.

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