El Girona le endosa un set a un Las Palmas deshecho
Olunga (tres), Stuani, Borja y Portu rubrican la goleada
Montilivi vuelve a sonreír y a disfrutar con su equipo. El Girona desnudó a Las Palmas y le endosó un 6-0 que lo deja aún más hundido. El conjunto canario mostró una fragilidad defensiva y apatía muy preocupantes. Los rojiblancos vuelven a mirar hacia la zona alta de la tabla.
Paco Jémez apostó por calcar el sistema del Girona para intentar contrarrestarle, con tres centrales y dos carrileros, y por momentos lo logró pero bastó un momento de desconexión para desnivelar el duelo para los intereses rojiblancos. Portu fue el más listo, aprovechó la ley de la ventaja que ofreció el árbitro ante una falta sobre Granell y llegó, tras una conducción eléctrica que se inició en el centro del campo, hasta el área donde fue cazado por Javi Castellano. No había duda porque fue un penalti claro. Y Stuani no falló. Tras este 1-0, el Girona aprovechó para bajar las pulsaciones al encuentro y centrar gran parte de sus esfuerzos defensivos en controlar a un Viera que acaparó todo el juego canario. Calleri estuvo desaparecido, tampoco le surtieron de balones, y Bono sólo apareció para poner el miedo en el cuerpo a su afición en un despeje frustrado.
El Girona no estaba desarrollando un juego esplendoroso, pero sí suficiente para contener a un Las Palmas tosco y con dudas atrás. Incluso el conjunto de Machín estuvo más cerca del 2-0, pero David García llegó veloz y sin miramiento a una buena acción de Granell para taponar su disparo. Montilivi pidió penalti, pero el colegiado no dudó: tocó balón.
Durante la primera mitad Las Palmas presentó batalla, pero en la segunda se deshizo. Olunga, que suplió al lesionado Stuani (pasó la noche en observación por un traumatismo craneoencefálico), se lució con un hat-trick y el Girona mostró las costuras de un equipo canario que dejó una muy mala imagen en Montilivi. Se dejó ir y ni con los goles en contra parecía reaccionar. Borja y Portu ayudaron a lograr una goleada histórica.
Problemas Los canarios mostraron fragilidad defensiva y apatía