Impotencia, indignación, resignación...

Llegaba el último partido de la primera vuelta y tras el duro palo de la derrota en Valencia (4-0) en

Copa muchos pensábamos que ya se había tocado fondo y que sería un punto de inflexión. La llegada del sargento

Paco Jémez nos hacía ilusionarnos, pero su efecto revitalizador ha tenido la misma duración que el defenestrado

Pako Ayestarán; nada de nada. Es evidente que los problemas de los amarillos no son de los jugadores, que están dando su tope y mucho más no pueden aportar a pesar de que no se pare de repetir que hay margen de mejora… Es de quién les renovó y fichó. Y, quizás, lo demostrarán más adelante, pero será en Segunda, porque salvo que se alineen los cometas o todo lo que pueda salir bien nos ocurra a nosotros, uno no puede esperar un milagro viendo lo que se ve sobre el terreno de juego: un equipo muerto, frágil, sin alma, sin orgullo, sin poder de superación, sin fútbol y sin defensa…

Dicen las estadísticas que cerca del 40% de los equipos que acaban la primera vuelta colistas logran salvarse… Habrá que soñar con que es posible, pero eso solo se logra con compromiso, valentía, profesionalidad, seriedad, disciplina, entrega… Las típicas cosas que no suelen darse en muchos jugadores de esta plantilla, por lo que creer en que este grupo se podrá salvar es intentar ganarse la lotería sin comprar número alguno. Hay que realizar una segunda vuelta soberbia, de equipo de competición europea, por lo que va a ser que no... Para tener alguna opción habría que cambiar media plantilla, pero no será viable, por lo que... ¡A rezar toca!