El sueño cumplido de Ganea, el león rumano
Sus padres, dueños de un bar en Basauri, viven en una nube
Basauri vive una revolución de la mano de Cristian Ganea. El Kanela Kafe, ubicado en la parte baja del municipio vizcaíno, registra una enorme atención mediática. “Para mi familia. Os quiero mucho. Cristian 22”. Una camiseta con tal dedicatoria del todavía jugador del Viitorul saluda a los presentes. El bar, propiedad de los padres del futbolista fichado por el Athletic, no ha dejado de recibir a curiosos estos días. “Nos alegramos un montón de su vuelta. Ha estado mucho tiempo fuera y se lo ha ganado. Era su sueño”, sostiene Alexandrina, su orgullosa madre mientras atiende en la barra. “Contamos los días para verle correr por la banda de San Mamés”, exclama Félix, un amigo de la familia ataviado con una camiseta azul como la de Ganea.
La jornada ha sido frenética. Escalope de pollo sobre crema de cebolla caramelizada con patatas. Ese es el plato del día en el Kanela, a 4,95 euros. Hay una clientela fiel en el local, coquetamente decorado. “Tiene buen golpeo y es sacrificado, en juveniles coincidió con Erik Morán y Ramalho, viene ya hecho. Es un riesgo pero me parece una apuesta interesante”, apostilla Mikel Aguilar, su entrenador en el Indartsu Juvenil.
Sus padres, Viorel y Alexandrina, y su hermana, Ioana, le esperan en junio en Basauri, su nueva casa. Cristian nació en Telciu, una pequeña localidad rumana de 5.000 habitantes, perteneciente a la región de Bistrita-Nasaud. Alentado por su progenitor, un exfutbolista, pasó a formar parte de los infantiles en el Inter Viisoara.
De crío sus padres le llevaban al campo de entrenamiento, a 50 kilómetros. Si no podían, llamaban a sus vecinos.
Finalmente, sus padres decidieron emigrar a España persiguiendo ofertas laborales, como otros miles de rumanos, en busca de una vida mejor. “Tenía 10 años cuando mi madre se fue a España; y mi padre lo hizo al año siguiente. Me quedé solo, con mi hermana, cuatro años mayor que yo. Cuando fui de visita descubrí otro mundo, me gustaba... Al final me quedé en Bilbao, en el Basauritarrak, Indartsu y Basconia. Vinieron a verme del Athletic a los 16, pero aquello de ser rumano... se olvidaron de mí a los 18 y llegó una oferta de Mallorca B”, rememora Cristi. Ganaba como bermellón 400 euros al mes. Luego fue pasando por equipos de su país y se hizo internacional absoluto. Hasta que el sueño se hizo realidad: el fichaje por el Athletic. El círculo se cierra. Dicha grande en Rumanía.Ya tres mil kilómetros. En Basauri.
Su madre “Nos alegramos de su vuelta. Se lo ha ganado; lleva mucho tiempo fuera”