Un chico “sencillo” y con buen juego de pies

Sus padres, Alejandra y Ricardo, y su hermana Valentina vivieron juntos el debut del meta

Axel Werner (28-2-1996, Rafaela, Argentina) está acostumbrado a las emociones fuertes, aunque se define como “humilde y sencillo”. El portero, criado en las inferiores del Atlético Rafaela, fue fichado por el Atlético en el verano de 2016 tras apenas haber disputado 14 partidos con el primer equipo. Disputó la Copa Argentina de 2015, siendo habitual en las inferiores de la albiceleste desde la Sub-15 hasta la Olímpica. Estuvo en los Juegos de Río, donde Rulli fue el titular.

El club madrileño cerró el traspaso de Werner por 800.000 euros. Por entonces

Bernabé hacía las veces de tercer portero en la plantilla colchonera y se optó por que Werner continuara en su país pero subiendo un escalón de exigencia. Se le cedió a Boca, donde quedó como reserva por detrás de Guillermo Sara hasta que sucedió lo inesperado. El meta del equipo xeneize se lesionó en el hombro justo antes del Superclásico con River en el Monumental. Y fue su gran día. Encajó dos goles, pero realizó intervenciones salvadoras.

Hasta ayer, con el Atlético, apenas sumaba diez minutos en el amistoso que el equipo disputó en El Cairo. Poco para evaluarle. En los entrenamientos hay una cosa que llamaba la atención: su juego con los pies. Podría decirse que en eso aventajaría a Oblak y Moyá. Un chico tranquilo, que desde que aterrizó entendió su rol de “estudiante” y que no ha dudado en someterse a trabajo extra. En julio, viajó hasta Roma para comenzar a tramitar el pasaporte italiano que está a la espera de recibir.

Ayer sus padres Alejandra y Ricardo, junto a su hermana Valentina, siguieron el debut juntos desde su Rafaela natal, pero alejándose del foco. “Lo vivimos con mucha alegría los tres aquí en casa, pero mejor que lo relate él, es el protagonista”, contestaron a la llamada de As. En su ciudad Werner comenzó estudios en Comunicación Social, los que un día espera terminar.