AS (Las Palmas)

Otra vez Don Antoine

Decidió con un golazo y un pase genial a Vitolo Correa hizo el 3-0 El Celta perdonó y lo pagó

- PATRICIA CAZÓN REPORTAJE GRÁFICO JESÚS RUBIO, FELIPE SEVILLANO, EMILIO COBOS Y RAFA APARICIO

Para Griezmann, la felicidad es un estado que le sale de la bota con forma de gol, directo a una red. El de ayer fue una maravilla, otra. Moría la primera parte cuando el partido mejor estaba. Más abierto, con ocasiones para un Atleti trabado, con ocasiones para un Celta en ese momento con brío. Entonces, su bota. Le llovió el balón encima, en el área pequeña, después de que Giménez saltara a rematar un córner, quizá con falta sobre el Tucu. Esquinado, a dos palmos y medio de la portería y de Rubén, que tapó bien,

Grizi pisó, recortó a Jonny y tuvo tiempo hasta de pensar qué quería, dónde enviarlo. A la escuadra. Con la diestra. Lo dicho, un escándalo.

Iba la tarde de maravillas porque, no había comenzado apenas el partido, y su compañero de ataque, Costa, ya había dejado otra. De espaldas, encajonado por dos rivales, sacó el balón de tacón, sin darse la vuelta o mirar, Lopetequi en el palco. Éste lo agarró Vrsaljko para convertirl­o en otro centro de gol, pero Grizi no llegó a rematar por poco.

El Atleti había salido dominador pero, como ninguno de sus intentos terminaba en la red de Rubén, le fue dejando al Celta el balón. Un Celta que resistió a esos primeros minutos y que se iba presentand­o al Metropolit­ano. A su hierba, a su acústica, a su cielo medio techado. Pero era el suyo dominio estéril. Oblak, que estaba, podía no estarlo: en ninguna foto salía. Quizá era la hora, la lluvia que iba y venía, pero el juego tuvo un rato de siesta, horizontal, sin necesidad de porterías, hasta que volvió a aparecer Costa, para devolverle pulsacione­s, arrebatarl­e la siesta. Corría, cuerpeaba con Sergi Gómez, pedía balón. Un animal suelto y con hambre. Sería el Celta, sin embargo, quién acarició primero el gol, minuto 30.

Fue a balón parado, jugada ensayada, su primera vez ante Oblak, que sí, que estaba. Pero perdonó. Primero falló Roncaglia, a quien Aspas había cedido de cabeza, en corto. Después Sergi Gómez, a quien le cayó el balón. Disparó a matar a tres metros de Oblak. Disparó fatal. Por si acaso, ahí apareció un pie para enviar al córner. Era de Godín. El mismo que en la jugada siguiente casi regala un gol al Celta. Se confió en la salida y le robó el balón Maxi Gómez, que cedió a Aspas, quien envió fuera. Perdonó el Celta y cuatro minutos después se lo haría pagar Griezmann, sacándose esa maravilla de la bota.

Regresó el partido de la caseta con más batalla, golpes y un pisotón de los que duelen, el de Sergi Gómez a Costa. También dejaba dos fotos de Oblak. Una, que tenía que usar la pierna de Giménez para sacar de puerta; él no podía, dolía. La otra, en una ocasión de Radoja, al palo. Volvía a perdonar el Celta. Mataría el Atleti en la jugada siguiente.

Griezmann mediante, claro, con un pase del que colgar muchos adjetivos. Brutal, espectacul­ar, marca

Griezmann: se inventó un hueco entre las piernas de Tucu Hernández y allá envió el balón. Buscaba a Vitolo, muy participat­ivo toda la tarde, que se desmarcó y definió picando por encima del portero. Golazo, chut de confianza. La goleada la cerró Correa (gran pase de Koke) nada más entrar en el campo por Vitolo. Era tres minutos después de su gol. Sería seis antes de que todo el Metropolit­ano, se pusiera en pie. Despedía a uno de los suyos. A Griezmann, su francés de la bota feliz.

(Al partido le quedarían aún treinta pero, salvo la recaída de Aspas de su lesión, una mano de Oblak a Maxi Gómez y el susto de ver a Costa irse sin bota, por aquel pisotón, el francés lo había finiquitad­o ya. Don Antoine, otra vez más).

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 ??  ?? OCASIÓN DE GODÍN. En el minuto 29, Godín saltó a cabecear un córner botado por Koke como el delantero centro que fue y nunca le abandonará. El balón salió rozando el palo.
OCASIÓN DE GODÍN. En el minuto 29, Godín saltó a cabecear un córner botado por Koke como el delantero centro que fue y nunca le abandonará. El balón salió rozando el palo.

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