AS (Las Palmas)

Llull volvió con final feliz

- JUAN GUTIÉRREZ

Fue todo un acierto hacer coincidir la reaparició­n de Sergio Llull con un partido tan relevante de Euroliga en Madrid. Físicament­e ya estaba en condicione­s de regresar hace una semana, pero ¿para qué quemarle en la caldera del OAKA? En casa, con su gente, el retorno estuvo rodeado de magia. Como escribíamo­s ayer, su sola presencia ya daba moral a las tropas. Y a las gradas. El Palacio estalló cuando pisó la pista y ovacionó cada acción. Ocho meses y medio es demasiado tiempo sin jugar. Había que despejar incógnitas. Ni siquiera sabíamos si su actuación iba a ser únicamente testimonia­l. Nada de eso. En sus primeros lances ya vimos que volvía físicament­e bien, con un rendimient­o óptimo en defensa. Muy diferente era en ataque. “Tengo que afinar más la puntería”, admitió el propio Llull al final del partido. Sus puntos no llegaron hasta el último cuarto, pero la espera mereció la pena. Primero, una canasta de dos. Luego, dos triples consecutiv­os, el segundo de ellos ‘marca de la casa.’ El WiZink

Center atronó. Ahora, sí: Sergio Llull había vuelto. En la grada estaban su familia, sus amigos… Hasta los hermanos Hernangóme­z, Willy y Juancho, apoyaban el acontecimi­ento con sendas camisetas dedicadas. La vuelta del hijo pródigo tuvo un final feliz. Esa era la intención. Llull jugó 19:31 minutos, en los que metió 8 puntos y acabó con 4 de valoración. Su aportación no podía medirse con números. Se sentía. Evidenteme­nte, el Real

Madrid no ganó sólo por Llull. Fue una suma colectiva, destellos repartidos: un mate de Doncic, un triple de Rudy, un 3+1 decisivo de Carroll… El Palacio fue una fiesta. 2-1. Ahora falta la guinda.

“SUS PUNTOS NO LLEGARON HASTA EL ÚLTIMO CUARTO, PERO LA ESPERA MERECIÓ...”

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