AS (Las Palmas)

Griezmann se corona en Lyon

Le dio al Atleti su tercera Europa League con un doblete El 0-3 fue de Gabi El Marsella hizo sufrir hasta la lesión de Payet Torres ya tiene su foto

- LA CRÓNICA PATRICIA CAZÓN

Clic, clic, clic. De pronto eso llena la noche en Lyon. Un clic, clic, clic como de vieja Olivetti. Sale de decenas de cámaras de fotos. Porque el Atleti ha vuelto a ser campeón de Europa. Sí, otra vez. Tercera Europa League en sus vitrinas. Tres de tres. Y todos los flashes buscan a Torres. El capitán Gabi va a levantar la Copa. Antes le ha mirado y con los ojos le ha pedido que lo haga con él, alzarla. Es mucho más que plata, 15 kilos de peso o 65 centímetro­s de alto. Es una vida soñándola. Es el momento. La foto de Torres en la que quedarse a vivir. Los clic, clic, clic se convierten en estruendo.

Costó mucho, costó lo indecible. Porque el Marsella, como el Atleti, también es un tributo a la obstinació­n. Pero en Lyon se topó con un muro. “Mi grandeza no reside en no haber caído nunca, sino en haberme levantado siempre”. La frase es de Napoleón y Simeone se ha hecho un traje negro con ella para definir a un equipo, un escudo, una afición y una forma de vida. Ayer le tocó volver a ser hincha. El TAS no levantó la sanción. Lo vivió desde el palco, no desde el banco, y desde allá arriba lo vio. Cómo sus chicos volvieron a derramar el himno sobre la hierba, todo coraje y corazón. Sobre todo, Griezmann. Sin él hubiese sido imposible la foto. Pero jugaba en Lyon, ante esa grada que una vez le rechazó. Su final fue la venganza perfecta.

El silbato del árbitro había caído sobre el partido como una campanada de ring entre la niebla, el rojo bengala de la grada francesa. El Marsella pronto trasladó su fuego a la hierba. Entendía que Lyon era su historia y se abalanzó sobre ella borrando al Atleti. Con presión alta feroz y agarrado a una bota, la de Payet, que pronto enseñó los dientes con un pase impecable a Germain. Éste, solo ante Oblak, lo mandó alto. El Atlético, si había saltado nervioso, ya estaba incomodísi­mo. Mandaba Payet, disparaba Sarr, remataba otra ocasión alta Rami. Ay, ay, ay.

Pero si hay un equipo que sabe sufrir ese es el Atleti. Es su esencia: porque nada sabe mejor que aquello que cuesta. Y cuando el partido más apretaba, apareció un rojiblanco para doblar ese destino que parecía escribir la final en marsellés: Griezmann. Minuto 21, con un error rival le bastaría. Fue de Zambo al controlar mal un pase de Mandanda. Gabi recuperó y buscó al francés, que batió al portero por bajo mientras Lyon se frotaba los ojos ante ese talento al que un día dijo no. Hoy es uno de esos futbolista­s que nunca fallan,

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