Livingston: del riesgo de amputación a la perfección
No ha fallado un tiro en los dos primeros duelos de la final
Lesión En febrero de 2007 se rompió de forma grotesca la rodilla
UNO DE LOS CINCO SUPERVIVIENTES DEL ANILLO 2015 DE LOS WARRIORS
Tienes que saber que en una jugada todo se puede acabar”, dice Shaun Livingston, que en septiembre cumplirá 33 años y que, casi contra cualquier posibilidad, es uno de los 30 jugadores con más temporadas en activo en la actual NBA: 14. Como LeBron un año antes (El Rey en 2003, él en 2004), llegó a la NBA desde el instituto. Considerado el mejor guard (bases y escoltas) y el segundo mejor jugador de su generación, se comprometió con Duke pero finalmente se fue a la NBA, donde fue el 4 del draft (Clippers).
Pero en una jugada todo se puede acabar. Y esa jugada, que él todavía no ha podido ver en Youtube, llegó el 26 de febrero de 2007, cuando estaba rompiendo el cascarón en su tercera temporada con unos Clippers prometedores. Una mala caída después de un fallo en una bandeja partió literalmente su pierna de una forma grotesca. La rodilla saltó por los aires con todas las lesiones posibles. Los médicos le advirtieron que la amputación era una posibilidad y que necesitaría meses solo para volver a dar pasos otra vez. Jugar en la NBA de nuevo era algo en lo que no convenía ni pensar.
Ahora Livingston es una pieza esencial en el núcleo duro de estos Warriors, uno de los cinco supervivientes del título de 2015 junto a Curry, Thompson, Green e Iguodala. Acostumbrado a suplir con inteligencia las carencias físicas que dejó su terrible lesión, Livingston apenas comete errores. En los dos primeros partidos de esta final, ha sumado 20 puntos en 33 minutos sin fallar un tiro: 9/9 y 2/2 en tiros libres. En la cuarta final seguida, ha dejado atrás cualquier atisbo de ansiedad.
En 2014, después de su mejor año post-lesión, se comprometió con los Warriors justo cuando arrancaba la era Steve Kerr. Ahora tiene contrato hasta 2020 tras firmar el pasado verano por tres temporadas y 24 millones. Si lo cumple, serán seis años en la Bahía y en un equipo de leyenda, muy lejos de los casi 20 meses de terrible rehabilitación, de casi un año y medio sin poder hacer ningún tipo de entrenamiento relacionado con el baloncesto de equipo. Muy lejos del Mister Basketball que arrasaba en los institutos del área de Chicago pero en realidad, y ya para la historia de la NBA, mucho más que todo eso.