AS (Las Palmas)

Giménez rescata en el 89’ a Uruguay y a Luis Suárez

A Egipto, sin Salah, no le bastó con el show de El Shenawy

- ALFREDO MATILLA

Giménez, con el alma de un atlético, apareció en el 89’ para rematar de cabeza un córner tras un salto prodigioso y resolver la papeleta. Un vuelo que rescata a Uruguay y que tumba el defensivo planteamie­nto de Egipto, que vivió en su cueva mirando siempre de reojo para ver si Salah (el líder reservado) calentaba. Por mucho que Cúper juegue al despiste, el faraón aún se acuerda de Ramos. De paso, el gol del central charrúa también salva a Suárez. Estaba ansioso por regresar a la escena mundial tras aquel inolvidabl­e mordisco. Y la ansiedad y El Shenawy le estaban pasando factura. Falló tres goles cantados (23’, 46’ y 73’).

A Uruguay le costó demasiado sumar porque le pasó lo habitual en estos casos, cuando quieres enterrar de golpe tu pasado o modernizar­te, ya cargado de años, poniéndote un pendiente o intentando levantar una cresta. Tabárez ha conservado la solidez defensiva a lomos de Godín, pero está intentando mutar el estilo en ataque, sustituyen­do el balón directo al que siempre sacó partido un equipo veterano por el toque más juvenil y tímido de Vecino, De Arrascaeta y Betancur. Así, no hubo rasgos de la garra habitual hasta el final, cuando el plan se cambió sobre la marcha. Cavani tuvo que ingeniárse­las entre líneas o desde larga distancia. Su falta al poste fue un obús.

El partido, sobre todo en su primer tiempo, estuvo más cerca de lo que quiso Cúper, cuya estrategia va más allá de esta primera fase: por eso reservó a Salah en su cumpleaños y no alineó a El Hadary para que confirmara un sueño a sus 45 años. El técnico, pese a su complicado futuro (se cruzaría con el grupo de España), quiso mandar un mensaje: esto es un Mundial y no un torneo veraniego. En la segunda mitad, Uruguay entendió un poco mejor qué es lo que le funciona. Cebolla y Carlos Sánchez metieron algo más de nervio. Egipto ya únicamente se replegaba. La única esperanza para mantener el botín era su portero. Pero sus poderes se fundieron. Uruguay, pese a querer dar una vuelta a su filosofía, siempre vivirá de la garra. A Giménez se le cae de los bolsillos.

Sufrimient­o

El atlético marcó de cabeza tras los fallos del nueve

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POBRE ENTRADA. El Egipto-Uruguay no levantó la expectació­n del primer partido y la FIFA investigar­á por qué hubo tantos asientos vacíos.
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