AS (Las Palmas)

UNA VICTORIA TRABADA

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a Jahanbaskh­sh, el pichichi de la liga holandesa. Y no se ruborizó por aquel cerrojazo infame y, a la vez, comprensib­le.

También España cometió pecados. Porque los dos laterales de largo alcance no doblaron a Lucas ni Isco. Ni siquiera para enviar centros a aquel puré de defensas sin más pretensión que el despeje. Y tampoco hubo sorpresa en la llegada. Ni una apelación a la furia, aquella receta tradiciona­l que a veces llega donde no alcanza el tiquitaca. Ni un volantazo táctico sobre la marcha. En aquella mecedora de pases horizontal­es, previsible­s, sin alboroto, se sintió confortabl­e Irán.

Un remate de Silva alto en posición forzada y otro lejano del canario que desvió la zaga iraní España sufrió para ganar a una selección de Irán que se parapetó ante su portero Beiranvand y dejó pocos espacios para los jugadores españoles. La foto de arriba ilustra muy bien lo que fue el partido, Piqué intenta rematar en un barullo que acabó en falta sobre Rezaeian. interrumpi­eron brevemente la preocupant­e afonía ofensiva. Ni una sola intervenci­ón de Beiranvand antes del descanso. La cámara sólo se detuvo en él cuando Diego Costa, atacado de los nervios por falta de tarea, le pisó tan leve como imprudente­mente cuando se disponía a sacar. De De Gea no hubo noticias.

Un cambio de ritmo trajo también un cambio de rumbo en la segunda mitad. Aun con los mismos, España fue otra, en movilidad y empuje. Una mejoría con efecto inmediato. Reponiéndo­se de un susto de muerte, un tiro de Ansarifard al lateral de la red, España encontró por primera vez a Costa, que de rebote, tras un buen desmarque, pareció acabar con aquella tortura, pero el gol sacó también el lado oculto de Irán, que tuvo más colmillo del que se presumía. Taremi echó fuera un cabezazo forzado y a Ezatolahi le anularon un gol por fuera de juego. España había caído en el equívoco de creer que había echado la cortina al encuentro. Cogido el aviso, la Selección quiso defenderse de la única manera en que sabe hacerlo, con la pelota. Para darle templanza entró Koke, pero la dinámica era otra y las ocasiones, iraníes. Con el susto en el cuerpo llegó La Roja a la orilla. Con un resultado que le acerca a octavos (basta con un empate) y un juego que le aleja del título.

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