AS (Las Palmas)

México, casi en octavos

Chicharito, máximo goleador mexicano en Mundiales

- EDUARDO LÓPEZ

Un cambio Osorio sólo hizo un retoque en su once tras ganar a Alemania

México es de verdad. Después de la victoria de prestigio contra Alemania, prosiguió el triunfo de confirmaci­ón ante la voraz Corea, que sólo tiró la toalla cuando el partido murió. Vela abrió la cuenta y cotizó aún más su currículum, Chicharito hizo historia y Osorio no deja de ganar crédito y recibir disculpas. Y la fiesta mexicana no termina.

Reza el adagio sagrado de la dirección táctica que “equipo que gana, repite”. Osorio, enemigo a ultranza de esa idea, contradijo su ideario: el cambio de Edson Álvarez por Hugo Ayala en la retaguardi­a fue el único retoque a su esquema titular. El continuism­o generó a un México en gobierno de los costados y poderío en los puños. Corea rompió lanzas y Son encontró agujeros en el doble pivote Herrera-Guardado. Culpa suya fue el primer ataque de pánico en el área de Ochoa: una cabalgata que terminó en dos tiros bloqueados por los pectorales de Salcedo y Álvarez. La réplica fue furiosa: Layún apuntó al travesaño desde la línea frontal y Jo voló por los cielos de Rostov para desactivar.

Entre el duelo a navajazos, Lozano barrió la pradera izquierda y el centro de Guardado encontró la mano derecha de Jang. Mazic no necesitó del VAR. Ni Vela de mayor preámbulo. Sobrio, acarició la pelota y convirtió el penalti para descorchar la ola verde en Rostov. El arsenal de Son mantuvo las alarmas amarillas en los terruños de Ochoa. El ‘Cielito Lindo’ debía esperar.

Osorio y TaeYong rompieron el armisticio y desplegaro­n su artillería. En tal caos, México caminó por la cornisa, pues Gallardo jamás tomó la matrícula de Moon y Son atacó a Álvarez con los sables. Entonces, Guardado impactó desde la puerta del área y el revoloteo de Jo sacó la pelota de la escuadra. Los ataques coreanos, uno tras otro, murieron en el chaleco anti-balas de Salcedo. En urgencia, siempre apareció el central del Eintracht, él y sus clones multiplica­dos sobre el campo. En respuesta, la colosal curva de Vela casi explota en la cruceta. La ocasión inspiró una jugada ciclónica: Herrera birló a Kim, Lozano cruzó la galaxia, Chicharito sentó a Jang y firmó su cuarto gol en Mundiales; el mejor anotador mexicano en la cita, junto a Luis Hernández. México reposó con algún sobresalto causado por Márquez y el gol de museo de Son, una bomba inteligent­e que ni Ochoa, ni Yashin habrían arrancado de la escuadra. La tarde de Alemania no fue un espejismo. México es de verdad.

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FESTEJOS. La afición mexicana arropó a su selección en la victoria ante Corea del Sur.
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