AS (Las Palmas)

¡VARmos España!

- DESDE LA TELE TOMÁS RONCERO

Un genial Isco (el MVP de España en lo que va de Mundial) no fue suficiente para contener a los marroquíes, que jugaron de lujo. Pero la salida de Aspas fue clave. El VAR puso el resto. Ufffff.

Baño marroquí.

Mira que se lo avisé a mis colegas tras ver íntegramen­te el Portugal-Marruecos (lo disfruté con los amigos del Carrusel). “Ojo a los marroquíes, juegan muy bien y son unos demonios arriba. Nos van a dar mucha batalla”. Tanta que por momentos hasta nos vimos con la soga al cuello y rezando para que no nos cayera un tercer gol que unido a un gol de Irán en Saransk nos hubiera enviado de vuelta a casa. Algo inexplicab­le después de las buenas sensacione­s que nos dejó el equipo en Sochi ante la campeona de Europa: Portugal. Hasta mi hijo Marcos me llamó, tras el 1-2 materializ­ado por el malaguista En Nesyri con un cabezazo imperial, para decirme aturdido: “Papá, ¿pero qué nos pasa? No parece España. Jugamos con miedo y sin ninguna seguridad”. Así es. Durante muchos minutos vimos una fotocopia borrosa de esa Selección dinámica y creativa que nos deslumbró en la fase de grupos. Llegamos a Rusia por la Puerta del Príncipe y hemos estado a punto de irnos por la del servicio. Todo se arregló con ese final enloquecid­o que ya se conocen ustedes de memoria, pero no podemos depender del VAR o de la magia de la triple ‘i’ de España: Isco, Iniesta, Iago. Pasamos como primeros de grupo, objetivo cumplido. Pero nada de lo que presumir.

El VAR.

Tenía mis dudas sobre su aplicación, pero posee un factor corrector que cada vez me está convencien­do más. No debe intervenir ante jugadas interpreta­bles o discutible­s. Pero sí sobre acciones que claramente suponen un error en la apreciació­n del trío arbitral. El gol de Aspas estaba en el límite del fuera de juego, pero al trazar la línea el VAR constató que era legal. Por el pelo de una gamba, que diría el añorado Luis Aragonés. Pero legal, al fin y al cabo. Por lo tanto, la tecnología nos dio un empate quizás inmerecido pero justo con el Reglamento en la mano. Bendito seas, VAR.

Marruecos, equipazo.

Lucharon por el honor de su país y eso les dignifica. La prematura eliminació­n no les hizo bajar la guardia. Quisieron agradecer el esfuerzo de los 12.000 compatriot­as que estaban en clara mayoría en las gradas del Arena Baltika de Kaliningra­do. Lo que sí me sorprendió es su excesiva agresivida­d. A Amrabat, un delantero formidable, le pudieron y debieron expulsar en un par de ocasiones. Con una amarilla encima, el árbitro Irmatov prefirió no complicars­e la vida. Pero jugaron bien de verdad. Nos metieron dos goles y no fueron más porque el travesaño evitó un destrozo mayor. Por cierto, De Gea ha encajado cinco goles en los siete tiros que ha recibido en lo que va de Mundial.

Transmite insegurida­d. Eso es casi peor. Jamás vi tan nerviosos a Ramos y Piqué, la mejor pareja de centrales del mundo. Ante los rusos, yo que Hierro

meditaría el asunto. De Gea seguirá siendo “uno de los nuestros” aunque fuese al banquillo. ¿Acaso Kepa o Reina no lo son?

Aspas ‘calidade’.

Tengo debilidad por el genio de Moaña. Este año he disfrutand­o con sus goles y sus diabluras en el

Celta y ahora el cuerpo nos pide verle más minutos sobre los cuidados campos de Rusia. Está de dulce y eso hay que aprovechar­lo. Hay gente como Silva o

Thiago que no carburan. Removamos la coctelera y busquemos frescura. Aspas, Asensio, Lucas, Saúl... Quizás sea el momento.

A por los zares.

Ahora llega Rusia, que es anfitriona pero no muerde. Prefiero haber eludido en octavos a esa Uruguay guerrera de los Godín, Cavani y compañía. ¡Estamos vivos!

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