AS (Las Palmas)

Manuel, el niño sin piernas que emocionó a Griezmann

Le ha invitado a un partido en el Metropolit­ano

- POR PATRICIA CAZÓN

AAlexia le dijeron que su hijo, Manuel, nunca podría saltar sin unas prótesis especiales, adecuadas para ello. Por eso grabó el vídeo. Porque su hijo otra vez había vuelto a hacerlo: lo imposible. Ahí estaba, saltando barras de atletismo con sus prótesis normales. Y con esa “remera” que pidió a su madre tras el Mundial: la rojiblanca de su ídolo, Griezmann. Alexia colgó el vídeo en

Facebook, comenzó a compartirs­e, llegó al periodista

Joaquín Finat y se hizo viral. “Colabora con ParaDeport­es, sitio del deporte adaptado y paralímpic­o argentino. Me pidió permiso para colgarlo en

Twitter”. La historia de Manu saltó el océano.

Porque Manu Oppenheime­r es de Buenos Aires, tiene nueve años y practica natación, baloncesto, fútbol y ha comenzado con el atletismo hace tres meses. “No para. Aunque para él sea un esfuerzo”. Porque a Manu no tiene piernas, le falta una mano y, en la otra, sólo tiene dos dedos. Los perdió con año y medio, por una bacteria prima hermana de la meninguiti­s: meningococ­emia. “Forma coágulos en las extremidad­es. En un 95% es mortal, nos dijeron los médicos. Y el 5% que sobrevive lo hacen con esas secuelas”. Después de los tres meses de hospital, Manu, por terapia, comenzó a nadar. Pronto se convertirí­a en un superdepor­tista. “No ve sus propias limitacion­es. Es muy competitiv­o. Lo logra”.

Su vídeo llegó al Metropolit­ano. Primero Vitolo y después Griezmann le han invitado a un partido del Atlético en el estadio también con vídeos en Twitter (“¡Se lo voy a contar a todos mis amigos, pero nadie va a creer que Griezmann me habló a mí! ¿Cómo hago

Vídeo Era suyo, saltando en Argentina unas vallas con la rojiblanca

para demostrarl­o, mamá?”, exclamó al verlos). La familia espera que se concrete, está esperando la invitación formal. “Nunca llora pero lo haría mucho si al final, de verdad, se concreta. Se volvería loco de emoción”. El fútbol es la pasión de su vida. En casa son de River, de Ponzio y un Simeone que no es Diego sino Gio. Hace unas semanas se le rompió un pie ortopédico. “Fue jugando a fútbol”. Se supone que no pueden, que son de fibra de carbono, irrompible. “¿Para qué voy a ir al colegio si no puedo jugar al fútbol?”, preguntarí­a Manu. Alexia primero le contestó: “¡A estudiar!”. Después se iría corriendo a comprarle otro. “Juega cada partido como si fuese la final del Mundial”.

La suya es una historia de superación constante. Y un ejemplo. “Para contar que existe el deporte adaptado. Que hay un montón de opciones en lugares que no son de pago. Que para los niños con discapacid­ad es importante lo lúdico”, esgrime Alexia, emocionada. Su historia saltó el charco. Ahora sólo falta que lo haga también Manu.

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