Mientras Las Palmas ascienda...

No hay deporte tan voraz como el fútbol, donde poco importan las formas con tal de conseguir el objetivo final. Y más en equipos con una exigencia máxima, como le ocurre a Las Palmas en esta Segunda División, donde el ascenso, por todo y tanto, es la única meta posible para no fracasar. No parece reprobable ni reprochable el drástico cambio de identidad que se produjo este verano en la Unión Deportiva, pues su desastroso último año y medio en Primera División imponía la más radical de las revoluciones. Apenas continuaron 5 futbolistas del curso anterior, para que luego digan que no se apuesta por la cantera o la casa (nótese la ironía), dos ellos titulares ayer (David García y Javi Castellano), y dos suplentes (Tana y Dani Castellano). Momo se quedó en la tribuna del EGC.

Nada queda ya del juego de posesión y posición que hace nada encumbró a este equipo. Ahora, en Segunda División, se impone jugar a otra cosa. “Con el batacazo de la semana pasada nos dimos cuenta lo que es la categoría”, decía Cala tras acabar el partido contra el Numancia. “En Almería tuvimos un 67% de la posesión. Yo prefiero ser vertical a tener la posesión de mentira. Firmo esto y estoy acostumbrado a hacerlo en mi carrera”, insistía el defensa central sevillano, uno de los capitanes de la UD en su primera temporada en el club. Y es que Las Palmas, haciendo un notable ejercicio de practicidad, vapuleó sin dificultades al Numancia. Por un momento, se dio cuenta de la realidad. Si el equipo sube, poco importará quiénes sean sus protagonistas o la forma de proceder.