AS (Las Palmas)

Así se levanta un líder: el Atleti

Arrolló a una inexistent­e Real ● Marcaron Godín y Filipe ● Se lesionó Lucas ● Costa sigue sin tino de cara al gol ● Los rojiblanco­s, primeros en Liga LA CRÓNICA

- PATRICIA CAZÓN REPORTAJE GRÁFICO JESÚS RUBIO, CHEMA DÍAZ, JAVIER GANDUL Y PEPE ANDRÉS

Se iba el partido al descanso con el bostezo de todos en la boca. De la grada, por el choque de pizarras y el fútbol sin apenas nada, de los espectador­es y hasta de Willian José, isla solitaria txuri-urdin.

Pero entonces ese balón llegó a Correa, que se giró sacándose el pincel: centro-chut, la pelota que pega en el pie de Navas y rueda en el área hasta Godín. La pateó con el alma.

No se había estampado aún el balón en la red de Moyá y Godín ya corría golpeándos­e el escudo al pecho. Con fuerza. Por la herida de Dortmund y las dudas de Vila-real. Por las peñas, que ayer era su día. Por Gabi y todos los hermanos de sangre. Por ser su primero en el Metropolit­ano. Por esa C de capitán que ahora lleva al brazo. Porque tenía que ser Godín: nadie como él para alzar el escudo ante las sombras. Que LaLiga anoche cambió de líder. Y, a la espera del Clásico, el nuevo es rojiblanco, es el Atlético.

Había comenzado el partido con Costa de titular (aunque en principio se anunciara Kalinic) y Rodrigo también. Garitano le puso una sombra: Sangalli. El Atleti era ese Atleti que había dominado quince minutos en Dortmund: Rodrigo y Koke al centro, Saúl paso adelante. En el inicio todo era ya suyo pero con imprecisio­nes, que los nervios también jugaban ayer. La Real iba por el centro, presionand­o arriba, buscando verticalid­ad, pero chocando siempre con piernas, cabezas y barreras rojiblanca­s. Oblak nunca tuvo visita, sus guantes no se mancharon. Lo más cerca fue un trallazo de Rubén Pardo desde fuera del área. Eso, en los primeros 45 minutos. Y no habría más en 90’. Nadie sacó a Willian José de su isla. Ni un balón le llegó.

El choque de pizarras rechinaba sobre la hierba, con el Atleti que dominaba desde el balón pero saludaba a Moyá de lejos. La nada se había hecho fútbol en el Metropolit­ano. Nada de Illarra, poco de Zubeldia, un valle rojiblanco. Ni con cuatro saques de esquina en un minuto el Atleti encontraba el tesoro y eso que, en el último, Griezmann se frotó la bota y se sacó una media tijera. Por un dedo la genialidad se le fue alto, pero ya estaba ahí el Atleti. Córner a córner (ocho en media hora) se había instalado en el campo txuri-urdin.

Movía la pelota rápido y buscaba a Costa, y que su bota haga clic, y también la cabeza, y que vuelvan los goles, su furia y su caos. Algo era al menos, en medio de la nada. Se acercaba eso, el descanso con el bostezo en las bocas. Hasta que en la última jugada apareció Correa y su media vuelta, apareció Godín y en el Metropolit­ano sólo se escuchó un capitán golpeándos­e un escudo al pecho, un goool con acento charrúa, que sonaba a liberación.

La caseta devolvió a un Atleti sin Lucas, lesionado, y con Filipe. La Real salió pero no: nunca volvió a levantarse tras el derechazo de Godín. Desmadejad­a y rota, sólo persiguió sombras. Arias corría, fino, Rodrigo mandaba, Koke escoltaba, Correa merodeaba y el Atleti abusaba. En la segunda parte, ni con Sandro ni Juanmi, la Real no supo qué era el balón, no lo tocó. No hubo esta vez

moon walker rojiblanco. Quince minutos después del descanso volvió ese sonido al Metropolit­ano, el de una mano golpeándos­e el pecho.

Fue de Filipe. Si su latigazo a la escuadra fue golazo (y con la derecha, la mala), la contra en la que Costa, solo, envió un balón al cuerpo de Moyá contó algo: ayer lo que debían hacer los delanteros les salía a los defensas. O, mejor, a los de siempre. Que Filipe y Godín hace mucho que son guerreros del Cholo y el coraje y el corazón del himno está en sus piernas. Y sobre ellas se levantó el equipo tras la caída en Dortmund, para espantar las sombras. El peor

Atleti del Cholo ayer dormía líder.

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